Capítulo 33: Día favorito

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Me aprieta el culo y mientras yo me muevo de arriba abajo, él sube y baja su pelvis haciendo que la afición sea aún más.

— Perturbas mi cabeza y alborotas mi sistema — su voz suena ronca y baja.

Quiero responderle mirándolo a los ojos pero estos se me desvían al acuario distrayendome.

— ¡Pez globo!— chillo cuando veo uno nadando entre los peces pequeños.

— Podemos hacerlo inflar si quieres — va deteniendo los movimientos.

— Si. Pero luego, ahora dame mi orgasmo, nene — me muevo yo y ríe. Vuelve a moverse y así me da uno de los mejores recuerdos de mi vida, de esos que nunca voy a olvidar.

Este será mi nuevo día favorito hasta que cree otro aún mejor.

Cuando terminamos no nos movemos, ni vestimos, solo me giro para acostarme sobre él y no perderme de los peces. Él nos tapa con otra de sus mantas y pasa su brazo por detrás de su cabeza como almohada. Con su brazo libre me rodea y no puedo evitar trazar líneas sin sentido en este mientras observo a los tiburones. El tiburón gay curioso ya se fue, por cierto.

— Gracias — susurro.

— No hay de qué, nena. Me ha gustado cumplir está fantasía que se volvió mía cuando me la contaste. Eres buena teniendo fantasías sexuales, algunas son bastante raritas pero muy excitantes.

— Lo sé, estoy un poco loca — me río y hace un sonido con la garganta confirmándolo —. Algún día vamos a cumplir las demás, aún no me olvido "follar en el tejado".

Esa fantasía me la contó alguna vez, yo quiero en una azotea mirando las estrellas y él en el tejado de una casa en Navidad. No le veo la lógica porque hay nieve y podría congelarse sus partes, pero ya, fantasías son fantasías.

— Y yo de follar en público. De verdad estás loca, tú cruzas extremos.

Me río y medio giro para mirarlo. Baja su mirada a mí con esa sonrisa que me encanta.

— ¿Pero lo haremos verdad? No puedes negarte a follar conmigo.

Sigue sonriendo cuando acomoda mi cabello que me cubre la cara.

— No, no puedo.

— Eso creí — vuelvo a acostarme y miro a la mantarraya que se pegó al cristal.

— No te agrandes que tú tampoco puedes negarte a follar conmigo.

— Cállate y déjame apreciar el ambiente.

Nos quedamos allí un rato, luego nos vestimos y seguimos recorriendo el acuario, visitando el sector de las tortugas marinas y luego los pingüinos. Camino rodeando su cintura con mi brazo y él mis hombros. Le voy contando todo lo que sé de animales y el océano. Me toma fotos junto a los tiburones y luego capturo una de ambos con un delfín atrás. Beso su mejilla tomando otra y así voy llenándole la galería de fotos mías con los animales marinos que me encantan. Hasta finjo hacerle cuernitos a un pingüino, saco la lengua con un pato e inflo mis mejillas tomándome una foto con el pez cachetes.

Llega la hora en que mi estómago ruge y acordamos ir a almorzar. Espero a Dominic que hable con un encargado, apoyada en la cartelera de guía. Lo observo y me pregunto cómo es que no hay nadie aquí, ningún turista, solo empleados y es un día hábil al cliente. Cuando viene a mi vuelve a rodear su brazo en mi cuello mientras guarda un folleto del lugar en su pantalón.

— Te mandan saludos y están encantados contigo — me dice antes de besar mi sien y sacar la llave de la camioneta de su bolsillo.

— Oye...¿Cómo es que hiciste esto?

INSUPERABLES [•1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora