—Me vengaré más tarde —prometido para luego besarme con lujuria mi cuello.

***

Con suavidad esparzo mi crema hidratante por la piel de mi rostro para empezar a masajear con delicadeza mis mejillas, frente y mentón.

Ya lista me doy una última mirada, mi cabello está bien recogido y mi vestido simple de tirantes color blanco hacia una gran combinación con mis ojos color azules... Aunque a veces mis ojos tienen un toque de color verde.

Al salir de mi habitación camino por los pasillos del segundo piso en busca de Alexander pero no había señal de vida aquí, así que baje las escaleras para ir a buscarlo en el comedor y me encontré con una gran sorpresa que hizo que abría los ojos como plato y retrocediera unos pasos atrás.

¿Qué carajo?

Alexander... había hecho una cena para mí.

Pero lo que me sorprendió es ver en el centro de la mesa un gran anillo de diamante azul. Debió costar una fortuna.

—No, no, no....—digo sin aliento.

Él agarra la fina cajita que contenía la cosa más horrenda y hermosa que había en la vida, se acerca hasta a mí y acaricia mis nudillos con suavidad.

Cuando su mirada se encontró con la mía puede ver qué está nervioso, sus mejillas están sonrojadas. Y... y... tenía los ojos medio llorosos.

—Joder, no me mires así —ordeno nervioso.

Mi mirada viaja hacia el anillo, tenía un inmenso diamante de color azul claro gastando en un fino anillo de plata, con unos pequeños diamantes incrustados. Era la cosa más hermosa que había visto en mi vida. Este diamante en especial me trae recuerdos al océano, tan claro.

—¿Es un diamante? —pregunto sin aliento.

Alexander asiento.

—es el diamante azul más grande jamás visto —afirmo. Subió su mano hacia mis hombros para acariciarlo con lentitud —. Me recuerda a ti. A tus ojitos, a tu linda sonrisa que hace que tenga paz. Sé que no soy perfecto y que no te merezco, pero si aceptas te prometo que pasaré toda la eternidad intentando merecerte.

Sin lastimarlo lo aparto de mí para mirarlo con culpa.

Me gustaría decirle lo que él quiere oír, pero simplemente no siento lo mismo.

Soy joven para contraer matrimonio con un hombre. La paso de lo mejor con Alexander y es una persona especial para mi, pero ¿matrimonio? No.

—yo...yo...yo..—tartamudeo. No tengo palabras.

—Vale, entiendo —dijo acercando mi cuerpo al de el —. No tienes que tomar una decisión hoy mismo, ¿Sabes?...entiendo que tienes que pensar muchas cosas antes de darme una respuesta. Eres aún joven y tienes que pensar todo eso, pero prometo esperarte hasta el final, solo hay un pero...

—¿Pero...? —continuo.

—No quiero enterarme de que estás revolcándote con otros hombres que no sea yo. Me enojaría mucho saber que estás montando a otro hombre, me volvería loco y no me responsabilizó de lo que puedo llegar hacer sí...

Alexander rodea mi cintura para acariciar con una intensidad extraña. Veo como tenía la mandíbula apretada con enojo.

Estos extraños cambios de Alexander ya los había vivido; cuando descubrió que estuve con Pablo y cuando me vio besar a Marco.

—¿Matarías a alguien que quiero, cierto?

—Te dejaré con esa duda, destripadora —murmuro para luego hundir su cabeza en mi cuello y dejar un cálido beso.

Pecados. (POR CORREGIR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora