6. Aclaraciones y advertencias

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―Rin, no lo entiendo... Es decir, sé que debes estar algo molesta con el señor Sesshomaru por haberte dejado aquí, pero, ¿por qué no aceptas seguir viajando con él? Podemos ir los dos, no tengo ningún problema.

―No es que esté molesta con él, Kohaku ―contestó Rin, fingiendo interés en las verduras que picaba en pequeños trozos. Era cerca del mediodía y Kaede le había encargado el almuerzo mientras atendía un caso rutinario de curandera. A esas alturas, todos sus amigos sabían de la discusión que había tenido con Sesshomaru horas atrás, pero ella seguía mostrándose igual de reacia para explicar sus razones. Aunque con Kohaku la cosa cambiaba. Era a quien mayor confianza le tenía, además de Kagome, y a pesar de que no quisiera hablar del tema, con él no podía simplemente negarse―. Es que... no quiero ser otra vez la causa de todos sus retrasos y de seguro no le hará gracia detener lo que hace para estar pendiente de mí. Si se fue la primera vez por algo lo hizo, ¿no crees? No quiero ser una carga de nuevo. Y ahora... ―murmuró, entristecida. Ahora que siempre me enfermo, es mejor que me quede aquí para que no me tenga que arrastrar por todos lados, quiso decir― simplemente creo que es mejor no causarle molestias.

―Pero si el señor Sesshomaru se ofreció imagino que eso no le debe importar. Si Tenseiga te protege, podrías dormir bien por las noches, incluso recuperarías la salud... Deberías aceptar. Prometo que estaré contigo en todo momento. No me atrevería a dejarte sola ―le sonrió, sonrojándose levemente.

Rin le devolvió el gesto, aunque tal vez no con el mismo entusiasmo. Kohaku era un buen chico, excelente exterminador y una persona con alta moral. Pero le incomodaba que la quisiera más que a una simple amiga.

Al principio le halagó mucho, por supuesto. ¿A quién no le halagaría resultarle bonita a un muchacho como Kohaku? Fue uno o dos años después de dejar de recibir las visitas de Sesshomaru, estaba pasando por un mal momento al saber que era seguro que nunca lo volvería a ver. Además de que los ataques apenas comenzaban, pero no eran ni por asomo tan terribles como lo eran ahora. Rin decidió darle una oportunidad; quería tener a alguien con quien estar, alguien que la consolara y la hiciera feliz, ¿por qué no podía ser su mejor amigo?

Lamentablemente, esa ilusión no le duró mucho.

Kohaku fue maravilloso en todo momento, pero a ella le tomó un poco más darse cuenta de que no podía corresponderlo. Lo veía como un hermano ―es más, de lo poco que podía recordar, le daba la impresión de que se parecía físicamente a su difunto hermano mayor, lo que hacía la situación más rara―, y pese a sus esfuerzos por cambiar sus sentimientos hacia unos románticos, no podía hacerlo. Rin tuvo que terminar la corta relación, sintiéndose muy mal por herir a ese muchacho que tanto apreciaba. Pero él no se dio por vencido tan fácilmente. Al sol de hoy, aún intentaba disuadirla disimuladamente. No se había dado cuenta que alguien más ocupaba los pensamientos de Rin.

―Te lo agradezco ―le dijo, echando el contenido de su tabla de cortar en la olla que tenía en el fuego de la cabaña―, pero creo que será mejor que me quede aquí. Además ―se desinfló―, esas cosas... lobos, fantasmas... lo que sean, son capaces de superar las barreras de Kagome, y es probable que puedan con Tenseiga.

―No lo sé, Rin ―la miró extrañado, llevándose una mano a la barbilla―. Una cosa es el poder de un humano, y otra es el poder de un demonio. El señor Sesshomaru es muy fuerte, no creo que su protección flaquee.

La chica suspiró. No quería revelarle que lo que en realidad temía era que esos seres lo atacaran a él también. Sabía de sobra que era un demonio de mucho poder y que existían pocas cosas que pudieran causarle daño. Pero prefería no averiguar si los espíritus de humo entraban en ese reducido grupo. Si algo le llegaba a pasar al señor Sesshomaru...

Fragile SoulWhere stories live. Discover now