O N C E | B O C A

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El rubio pasó a mi lado y, cuando creía que se iba a marchar, me tomó delicadamente de la cintura, colocando aquellos largos dedos sobre mi cadera y sus labios se acercaron a mi oído.

Temblé por su roce y por lo atractivo que era.

—Nos vemos pronto, Felina.

Se alejó lentamente y nos dejó solos en el cuarto.

Gato parecía gustarle verme con otro hombre, pero su seriedad volvió y creía que volvería a gritarme como la otra vez, pero con la diferencia de que ahora no tenía tensión en el cuerpo después de hablar con su jefe y yo lo iba a poner firme en su sitio.

Sacó su cigarrillo de su boca y soltó el humo, dejándolo en el ambiente y sus ojos, tan claros como los de un gato, no abandonaron los míos azules.

Y ahí fue cuando habló;

—Creí que no volverías.

Arrugué la frente, tratando de no hacer ni un solo gesto que complicase las cosas y dije lo que pensaba en ese instante, dejando las cosas bien claras.

—No pienso permitirte que vuelvas a tratarme así, ¿queda claro? —dije con firmeza, sin retirar mi vista de la suya.

Gato no dijo nada, calló por largos segundos y asintió, con seriedad en su rostro.

Él se bajó de la camilla que, seguramente, los del hotel habrían puesto ahí para los luchadores, y caminó hasta donde yo me encontraba, oliendo a cigarro y sin retirar su vista de mi. Estaba algo más serio de lo normal y su chulería no estaba presente en él aquel día.

No me extrañó, pero eso me hacía preguntarme de que hablaron aquella noche en el despacho de Magnus. Algo malo tuvo que ser y no se me ocurrían demasiadas cosas en ese instante para entenderlo.

Gato se quitó el cigarro de la boca y echó aquel humo en mi rostro, pero no tosí, ni me molestó en lo absoluto. No hubo palabras, pero sentía bastante atracción entre ambos. Era tan palpable que cualquier persona externa a nosotros podría sentirla.

Y entonces, habló;

—Lo siento; no volverá a suceder.

Aquella disculpa me sorprendió. No pensé que él me diría tal cosa, pero lo cierto es que Gato me asombraba bastante. Ahí fue cuando en su mirada podía ver miedo, miedo a algo que se me escapaba, pero no hacía falta sacarse un doctorado para saber que ese hombre tatuado que tenía frente a mí sufría y mucho. No sabía nada de él, pero habían tantas cosas que me imaginaba que podría haber pasado que me dolían cada una de ellas.

—Te ha costado mucho decirlo, ¿verdad?

—No sabes cuanto. No te lo merecías y te traté mal —dijo suavemente.

Parecía un hombre muy rudo, pero quizás no era del todo así y en el fondo se escondía alguien más dócil. Pero eso yo no lo sabía, y estaba segura de que ni él mismo se percataba de ello. Gato llevaba tantos años metido en esta mafia, que quizás no sabría ni quien era realmente. Le habían creado un perfil de luchador duro, extrovertido, pero, ¿quién era realmente Gato? Y esa pregunta me la hacía yo misma bastantes veces.

Decidí no ser tan brusca con él y contestar;

—Queda en el pasado. —Pensé antes de decir las siguientes palabras y ver como Gato me daba todo el tiempo del mundo—. Soy consciente de que algo pasó en aquel despacho, antes de la pelea y después, cuando pasó lo de tu compañero. Pero quiero que sepas que no estás solo, por mucho que te empeñes en que lo estás.

Él apretó la mandíbula, mientras que su cigarro estaba entre sus dedos de su mano derecha, esperando a ser calado por él mismo, pero no hizo nada, solo me observó, como si quisiera descifrarme, como si fuese alguien muy complicado para él, la cual era incapaz de comprender.

GATO: Deséalo y perderás [+18] ✔️ (COMPLETA)Where stories live. Discover now