No quiero ser tu Ex

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Si bien, a Prusia le puede molestar muchas cosas en la vida, sobre todo que la gente lo pase a llevar aprovechándose de su humildad como nación no existente en el mapa y que nadie se dé cuenta de lo asombroso que es. A pesar de ser ‘sobre todo’, existe algo más allá que jamás tolerará en la vida:

Ser ignorado.

Ser ignorado es un mortal pecado hacia su maravillosa persona a excepción de no molestarse con gente que no vale la pena, que ni merecen saber que él existe. Ser ignorado puede aguantarlo con ciertas personas. Ser ignorado, no lo aguanta con cierta persona.

Ser ignorado por Hungría. No, por Elizabeta. Ella estaba ignorándolo desde que terminaron la relación.

Relación terminada. Término punzantemente doloroso en el corazón de Gilbert, el cual Elizabeta determinó después de siete años, cinco meses y diez días.

Quería actuar como si no le importara en lo absoluto, ella se perdía al gran hombre de cabello blanco que tenía a su lado, que la acompañaba en las noches, en las mañanas, en las tardes, en la cocina, en la casa de Austria, en todas partes. Ella se lo perdía, era una tonta.

Pero no. Le importaba más allá de lo bastante. Se sentía solo en su cama a pesar de la compañía de los perros de Ludwig y de Gilbird. Nadie le rascaba la pancita. Le gustaba cuando Elizabeta le rascaba la pancita y lo mimaba, y le cantaba para la siesta. Extrañaba todo eso. Nunca pensó sentirse tan mal…

Podría sacársela de la cabeza saliendo con otras mujeres o en el peor de los casos con Francis, ¡pero sentía que le hacía infiel a Elizabeta! La sensación era espantosa.

Terrible.

Llegó al límite de abrazar como coala todo el día a West, y éste ya estaba fastidiado, aconsejándole superar lo sucedido, no era el único en el planeta en terminar una relación de pareja.

― ¡Pero West…! ―exclamó ese día, ambos tomando un receso mientras veían una película en casa en el sillón de la sala― ¡Ella terminó conmigo!

―Entiendo que llevas pocas semanas, pero al mes, la olvidarás. ―dijo completamente serio y medio preocupado por la salud sentimental de su hermano mayor, dudando que al mes olvidaría a la húngara. Se trataba de su hermano.

―No podré… ―sus ojos carmesíes con tintes de violetas sollozaron― ¡Abraza a tu hermano que sufre tanto por amor!

Gott. ―Alemania suspiró cansado lidiando con él, su más sabio consejo era salir con otras personas, ir a beber con España y con Francia, incluso estos dos lo motivaron a olvidar a Hungría, pero Prusia no quiso, encerrándose en la habitación, viendo una maratón de veinticuatro horas de Titanic y patéticamente viendo todas las fotos de Elizabeta. Más masoquista no podía ser. Entonces de nuevo le repetía que saliera con alguien para despejarse.

Nein, West, necesito que me des cariño.

―Sal.

Nein.

―Sal.

Nein.

― ¡Ve~! ―de repente la puerta de entrada se abrió invitando a Feliciano a entrar a la casa con una gran sonrisa, desconcertando a los hermanos. ¿Qué hacía acá?, Ludwig no lo invitó.

Feliciano vino solo, se aburría en casa, nada más que eso. ¡Y quiso venir a ver a Ludwig!

― ¡Feliciano~! ―milagrosamente, Gilbert se repuso corriendo a los brazos del italiano― ¿Quieres dar una vuelta con el grandioso yo?

No Quiero ser Tu Ex -PruHun-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora