❠ ♯03⨾ Reglas。

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ᴛʀᴇs            

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ᴛʀᴇs
    
       

Los amables oficiales le dan un recorrido por la isla a la joven, tienen que ser breves para alcanzar a enseñarle todo y explicarle que es y para que sirven algunos edificios.
    
       

La isla posee un consultorio, dos hospitales, una veterinaria, varios centros comerciales, supermercados, tiendas de conveniencia, restaurantes, muchos hoteles (absolutamente todos son lujosos), edificios departamentales, un gigantesco parque, playas (tanto privadas como públicas), acuarios, museos, bibliotecas, y muchos etcéteras.
         
         

Aunque todo pareciera algo común, en realidad no lo era, todas las instalaciones tenían aportaciones de distintos países, lo que hacía diferente absolutamente todo; podían ser tecnológicas, arquitectónicas o simplemente decorativas.
    
       

Cada país podía pedir que trajeran productos exclusivos de su territorio, y podrían venderlos en esas tiendas o restaurantes durante todo el mes.
      
        

Por último, llegaron a la zona privada de los países, sus viviendas.
     
       

Estaban rodeados por rejas de metal altas y muy elegantes, la entrada principal también era bastante bella, y te presumía sus lujos en cada detalle. Había una puerta que solo dejaba entrar a los usuarios que tenían tarjetas, y otra para vehículos.
      
       

Claro que, no pudieron entrar, solo podía acceder el personal autorizado por los mismos países.
       
       

Finalmente, en el camino de regreso a los hoteles y los edificios, comentaron un poco de las reglas en aquella zona. La Isla tenía sus propias leyes ajenas a las preferencias de los países, y esas leyes las estableció la ONU. Para que una ley fuera establecida, eran necesarias las firmas de todos los países, así todo sería justo.
          
         

Habían leyes que se limitaban solo a los países, y otras que le ponían un órden a los seres humanos.
    
      

Eran estrictas, y podías ir a prisión si no cumplías alguna de estas leyes —también había una prisión en la Isla—.
    
       

No hay ninguna ley que diga que no se puede dormir en el parque, pensó ella.
   
     

─Por si tienes dudas, te recomiendo leer este libro ─le comentó Bryan (uno de los guardias) mientras entregaba su libro de leyes de la Isla─. Puedes devolverlo cuando lo termines, mi turno es en el mismo lugar.
      
        

─Muchas gracias, oficial, que amable. ─La joven Ramírez guarda el libro en su mochila.
    
       

─Ahh, ya casi acaba nuestro receso, señorita, ¿dónde la dejamos?
      
       

❝ Una Mucama competente ❞ © ❱ CountryHumans x Fem!Reader.Where stories live. Discover now