❠ ♯03⨾ Reglas。

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─Aquí está bien, no se preocupen ─dice, acercándose a la puerta para bajarse cuando el vehículo se detuvo.
   
      

─¿Segura?
    
      

─Sí ─respondió firme.

El cansancio y ella están acostumbrados a convivir, no cede ante el sueño y todavía mantiene sus responsabilidades

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El cansancio y ella están acostumbrados a convivir, no cede ante el sueño y todavía mantiene sus responsabilidades. Se encuentra debajo de un árbol sentada, removió sus zapatos y calcetines, dejando ver un infierno de rozaduras y ampollas.
    
       

Se asegura que nadie pueda verla, y con el agua que sobra de su botella, lava las heridas de sus pies. Hace una mueca por el dolor, y suelta un gruñido. Mientras sus pies descansan, decide hacer otra cosa.
      
      

Toma la hoja de papel dónde anotó el número de su futuro empleador (si tenía suerte), y marca el número en su teléfono con la esperanza de recibir una respuesta.
    
       

─¿Bueno? ─Escucha una voz grave sonar del otro lado, y ella traga saliva con nervios.
    
      

─Buenas tardes, Señor... ¿México? ─Tampoco sabe cómo dirigirse a un país, ¿debería arrodillarse cuando lo vea en persona?
    
       

─Efectivamente.
    
      

─Ah, bueno verá, hablo por el anuncio en Facebook, ¿aún está disponible el trabajo? ─pregunta (aunque debió hablar desde un principio antes de viajar).
   
      

─Ah, hablas en un buen momento, si estás interesada, pásame tus datos por WhatsApp, recuerda que debes viajar a la Isla de la Paz para una entrevista, es este viernes a las ocho de la mañana ─dijo con rapidez, cómo si estuviese apurado haciendo algo.
     
        

─Claro, señor, gracias.
     
       

─En corto te mando un mensajito, ¿va?- ¡PINCHE PERÚ, aguantate cabrón, estoy al teléfono, no puedo ver la pantalla! ─El grito casi lastimó su oído.
   
     

─¡A mí no me insultas, manco de mierda! ¡Me importa una palta que estés al teléfono! ¡Acepta tu derrota! ─Supuso que ese era Perú.
   
      

─¡Se dice aguacate, peruano ignorante! ¡Aparte de tramposo eres pendejo!
    
      

─¡¿No que estabas al teléfono, imbécil?! ─le recordó uno de ellos.
   
      

─Ah no mames ─susurró, y se escucharon risas─. Este, que pena, ¿eh? Si aún te interesa el trabajo te puedo mandar un mensajito ahora.
   
      

─No he cambiado de opinión, no se preocupe, señor.
     
       

Ella sentía una mezcla de gracia y confusión. Claro, respecto a lo que acaba de escuchar, no le importaba mucho como se expresaba su jefe, sus gustos o sus manías, tampoco como se veía o dónde vivía, solamente quería el trabajo.
      
       

❝ Una Mucama competente ❞ © ❱ CountryHumans x Fem!Reader.Onde histórias criam vida. Descubra agora