Capítulo 28: Confesiones y aceptaciones

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Gira su cabeza y me observa, me gusta ver el brillo en sus ojos azules.

— Sácame de aquí — me pide, o más bien exige.

— Saliste de una operación cerebral hace menos de un día, no puedes irte como si solo tuvieras un rasguño.

— Lo sé, estoy pelona aquí — me señala su cabeza vendada con una mueca — que horror.

— El pelo crece.

— Mi ira también.

— Pues cálmate, fiera. Un factor clave de la venganza, que sé que quieres, es la paciencia.

— Se me acabó con este tipo.

Eso me hace ruido pero no digo nada.

— Yo tengo por los dos, nena. Esto no va a quedar así.

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Una semana estuvo en el hospital. Una semana en la que busqué todas las maneras posibles de hablar con Alisa y terminar nuestra relación, pero ella ya no me responde las llamadas y los mensajes me los contesta con algo completamente diferente.

Fui a ver a Aubrey dos veces y una de esas estaba dormida y la otra con Tyler y Logan jugando PlayStation que obviamente se la llevaron y la conectaron a la televisión de la habitación del hospital.

Hoy le dieron el alta y Jacob y yo la esperamos en la entrada del hospital donde se supone que deben traerla en una silla de ruedas, pero ella viene discutiendo con la enfermera a la cual le quita su bolsa de pertenencias. Le agarra las recetas de medicamentos de mala gana y viene con nosotros a regañadientes.

— ¿Que miran?— espeta cuando pasa por nuestro lado molesta, aún tiene la cabeza vendada, al igual que la pierna y brazo derecho.

— Bueno, amigo, te la dejo — Jacob palmea mi hombro — espero que puedas controlarla.

— No es tan difícil.

Después de todo ya lidié con ella y su periodo, ¿Que puede ser más difícil que eso?

Ella sube con dificultad a mi camioneta pero no me deja ayudarla. Cierra la puerta de un portazo y respiro hondo implorando paciencia. Jacob la saluda con la mano y subo al lado conductor. Enciendo el auto y saliendo del estacionamiento del hospital. Cruzada de brazos va mirando por la ventana y mascullando quejas en voz baja.

— ¿A dónde diablos voy a ir? Ni siquiera tengo casa y antes muerta que vivir con mis padres, suficiente los tuve que aguantar esta semana — se queja.

— Te dejaré en el departamento— digo y giro el volante cuando tengo que doblar.

— ¿Departamento paraíso?

— Si.

Me gusta ese nombre. Pero dejó de serlo cuando nosotros dejamos de ser los que lo habitaban.

— No será gratis.

— Lo imaginé.

— Me pagarás la renta.

INSUPERABLES [•1]Where stories live. Discover now