Capítulo 18

156 21 5
                                    


El nombre resuena en mi cabeza por horas, incluso después de salir de la reunión me sigue palpitando una y otra vez. El interés es tanto que busco su nombre en Instagram y me llevo la sorpresa de que mis chicas favoritas la seguían.

Vaya, vaya... Con razón es de mi interés, si tiene relación con...

Ay, espera, recapitulemos. ¿Dije "mis chicas"?

Demian, contrólate.

No necesito mirar mucho en su perfil para ver de qué se trataba el asunto por el que su padre actuaba de la forma que actuaba.

Ayker era una persona de género no binario, no se identificaba con el sexo femenino ni tampoco con el masculino. Este tipo de personas usan los pronombres neutros y prefieren que se les identifique como tal.

No era ella, era elle.

—Demian, ¿estás prestando atención? —levanto la cabeza del teléfono y centro mi atención en mi padre—. Bien, no me estabas escuchando.

—Papá, estoy cansado.

—Pero para andar con el teléfono no estás cansado.

Pongo los ojos en blanco nada más escucharlo. ¿Por qué siempre tenía que decir lo mismo? ¿Es que acaso no sabía reprocharme de otra manera?

—Solo bromeaba, no me pongas esa cara de amargado.

—No me digas entonces esas cosas.

—No te pongas a la defensiva.

—No...

—¿Os queréis callar los dos? —el tono de mi madre no suena a cortesía, más bien es un mandato, una obligación que nos hace a los dos cerrar la boca.

Que se note quien manda en casa. Si, si..

Ella al darse cuenta también levanta la mirada, tras unos segundos hace una pequeña mueca como si estuviera arrepentida del tono de sus palabras.

—No está siendo el mejor día, las redes sociales están que arden, no me quiero ni imaginar como está televisión en estos momentos —frota su sien—. Se han filtrado unas cositas...

—¿Qué tipo de cositas?

Alza sus cejas en mi dirección, suficiente para saber que se trata de mi.

Yuju.

—He despedido al relaciones públicas de la empresa.

Mi padre no replica, no es el típico de "¿por qué tomas decisiones sin consultármelo? "¿Quién te crees que eres para tomar el mando de la empresa de esa manera?" No. Él se limita a asentir, tampoco pregunta por qué, pero ella se apresura en aclararlo de todos modos.

—Se ha vendido —murmuró, soltando un largo suspiro—. Socialité le ha ofrecido trescientos mil euros y él habló.

Socialité, sobre todo, se dedica al mundo de los famosos (y a muchos de los reality de Telecinco, canal en el que se emite).

Mamá empezó su carrera en dicho programa como periodista, pero pronto se retiró y no quiso saber nada de estes, ya tenía unos mejores planes en la cabeza.

—¿Qué ha dicho?

—¿Qué iba a decir, papá? —intervengo, cansado—. Que tengo una aventura con Julienne y que ella está con otra mujer, pero que también ando con Ivanna... La verdad, ¿no?

—Demian, cálmate —me pidió—. ¿Cuándo no hemos podido nosotros con la prensa?

—No os molestéis siquiera en intentarlo, por favor, es malgastar el tiempo y no valdrá la pena —chasqueé mi lengua al tiempo que me levantaba—. Además, dejemos de ser una familia de mentiras, eso ya no va con nosotros.

Ignoré a mi madre diciendo mi nombre y pidiendo que me volviera a sentar, yo ya estaba en otra onda. No terminaba de acostumbrarme a esto de que la paredes tenían oídos y que no se podía confiar en absolutamente nadie, ni siquiera en el empleado agradable que supuestamente iba a ayudarte porque tu padre le pagaba una gran cantidad de dinero. Cada paso que daba estaba grabado. Cada sonrisa estaba fotografiada.

Yo, amante de todo lo relacionado a ello, estaba empezando a detestarlo un poquito.

Solo era el principio de algo que me perseguiría toda mi vida, estaba seguro, sólo tenía que aprender a lidiar con ello... Y que las personas que me importaban también estuvieran en la misma situación, porque sino se iban a complicar las cosas.

No, no vuelvo a mirar el teléfono en lo que queda de día, no quería más dolores de cabeza. Me limité a conectar la cámara de fotos al ordenador y pasar las fotos a este para después editarlas a mi manera, al menos conseguí entretenerme.

Llegué a quedarme dormido en algún momento, con la cabeza apoyada en el teclado, porque al despertarme estaban las teclas marcadas en mi cara. Había dormido como un bebé, bravo.

—Demian, tienes visita, más te vale estar despierto porque es cerca del mediodía —dice mi madre tras la puerta de mi habitación.

Vaaale, igual me había dormido más de lo necesario, iba en serio eso de que estaba cansado.

—¿Qué tipo de visita?

—La que estás pensando, hijo —dice, soltando una pequeña risa—: Ivanna Lancarte.

Mierda. Mierda, mierda, mierda.

Puta madre.

¿En qué momento pensó que era una buena idea?

Me levanto a la velocidad de la luz, tratando de no caerme en el proceso y corro hasta el armario para poder cambiarme de ropa. Intento que el outfit no parezca de guiri y me peino, si, me peino, porque menudos pelos llevaba.

Después, tratando de mantener la calma, salgo de la habitación y bajo las escaleras. Mis pensamientos viajan a las formas de hacer el ridículo. ¿Y si se rompen las escaleras? Que sean de cristal no ayuda mucho. ¿Y si me caigo? ¿y si...? Mierda, ya estaba abajo.

Ivanna tenía el semblante serio mientras mi padre le hablaba.

Lo que me faltaba.

—Demian —pronuncia mi nombre en cuanto me ve—, tenemos que hablar.

Besos Cuestionados Where stories live. Discover now