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ーNo. No hay posibilidad de que vaya en esa monstruosidadー. Soojin se preocupó por Shuhua, esta última las arrastró hacia la rueda de la fortuna brillantemente iluminada. ーNo.
Shuhua gimió en voz alta y fortaleció su agarre. ーNo te va a hacer daño.
Soojin clavó los talones en la acera, lo que hizo poco para frenarlas. ーSabes que tengo miedo a las alturas.
ーEs apenas más alto que el edificio de al lado, deja de ser una idiota.
Era un sábado sofocante y Shuhua pensó que no había mejor manera de pasar el fin de semana que con un viaje romántico a la feria. El único problema era que su idea de romance y la de Seo Soojin no coincidían exactamente la mayor parte del tiempo.
Soojin mantuvo su actitud odiosa desde las puertas delanteras, a través de la taquilla y hasta la larga fila de espera en la parte de atrás.
ーSolo recuerda que te odioー. Soojin siseó mientras se acercaban al frente, clavando sus uñas en la muñeca de Shuhua.
La taiwanesa se echó el pelo hacia un lado con indiferencia y fingió bostezar. ーLo tendré en mente.
Le tomó un mal gusto a asustar a Soojin. Era efectivamente un trabajo de tiempo completo. Pero no se preocupe, por supuesto hubo otros beneficios placenteros. Sí.
El aburrido operador les indicó que se acercaran a la cabina vacía y Shuhua no pudo ocultar su sonrisa cuando abordaron.
ーJoder, ambos son asientos junto a la ventanaー. Se quejó Soojin.
ーSí cariño, así es como funcionan estas cosasー. Shuhua se deslizó a su lado y se acomodó.
La habitual perorata de seguridad se reprodujo en el altavoz de mierda, y pronto la rueda comenzó a moverse.
Soojin se aferró a la mano de Shuhua en un vicio mortal, pero se negó a mirarla. ーSi crees que te voy a besar cuando lleguemos a la cima, estás loca…
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