━ 𝐐𝗎𝗂𝗇𝖼𝖾.

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Renjun agradecía que la convivencia en su nuevo hogar temporal sea amena y pacífica, porque de haber sido lo contrario seguramente no duraría dos días allí.

— ¿Irás a clases? — el pelirubio levantó la vista de su maleta para posarla en Taeyong quien había entrado a la habitación donde se encontraba, él asintió.

— Sí, no puedo faltar otro día más. — se colgó el tirante de la mochila en su hombro una vez se cercioró de que tuviera todo listo.

— Uh, yo justo ahora iba a salir, ¿gustas que te pase dejando?

— N-no quiero molestarlo...

— Está bien. — se acercó al menor con una sonrisa en el rostro y alborotó sus cabellos. — Vamos.

Taeyong era agradable.

Veinte minutos después, Renjun se encontraba bajando del auto del de cabellos concho de vino, despidiéndose con la mano y agradeciéndole por milésima vez

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Veinte minutos después, Renjun se encontraba bajando del auto del de cabellos concho de vino, despidiéndose con la mano y agradeciéndole por milésima vez.

— Prometo invitarlo a un helado la próxima vez.

— Acepto, pero prométeme una cosa.

Renjun ladeó la cabeza, curioso. — ¿Sí?

— No me hables de "usted", tampoco soy tan mayor... — el mayor abultó su labio inferior, fingiendo indignación, Huang solo alcanzó a reírse por aquella acción.

— De acuerdo.

— Ya, ve, se te hará tarde.

— ¡Nos vemos en la noche, Taeyong! — y dicho eso, cerró la puerta del copiloto, sujetando las correas de su maleta para emprender camino hacia su salón de clases.

Por otra parte, Jeno, quien se hallaba caminando pacíficamente hacia la escuela con sus audífonos puestos a máximo volumen para callar el ruido de su alrededor, logró ver cómo Renjun se bajaba del auto de alguien desconocido.

No quizo darle demasiada importancia al asunto, a fin de cuenta, ¿quién era él para entrometerse en la vida de Huang? Solo caminaría hasta donde él y le daría los buenos días, luego ambos irían a sus respectivos salones y posiblemente en el receso se reúnan con el resto en el mismo lugar de siempre.

Sí, no cometería una idiotez.

— ¿De quién era el auto?

¿En serio, idiota?

— Digo... se me hizo inusual, ya sabes, nunca habías venido en auto a la escuela.

— Oye. — el de baja estatura golpeó levemente su hombro, mostrando su enfado. — Al menos me hubiera gustado que me saludaras, Nono. — el pelirubio abrió los ojos sorprendido por su propio atrevimiento. — U-uh, ¿no te molesta que te llame así, verdad?

Las mejillas del azabache se tiñeron de rojo junto con las del ajeno, sintiendo su corazón golpear rudamente contra su pecho. ¿Que si le molestaba? Para nada.

— No, siendo sincero me... me agrada. — carraspeó su garganta, tratando de ignorar el hecho de que el apodo le había puesto nervioso. — ¿Responderás mi pregunta?

— Ah, bueno, es al auto del amigo y compañero de habitación de Lucas. Se ofreció a traerme hoy y acepté, aunque al principio me negué porque, ya sabes, la vida universitaria no es fácil y creí que si me llevaba solo estaría siendo una carga para él. — soltó, juntando sus dedos para jugar con ellos entre sí, mirando hacia la punta de sus zapatos. — Me sabe mal que me ayuden y yo no pueda devolverles el favor...

— Hey, no eres ni serás una carga para nadie, ¿de acuerdo? Y realmente las personas te ayudan no porque quieran recibir algo a cambio, lo hacen porque quieren hacerlo.

— ¿Solo porque sí?

— Exacto, tú también lo has hecho, ¿no es así? — el mayor asintió. — ¿Ves?

Estuvieron tan absortos en su conversación que ni siquiera se dieron cuenta del momento en el que la campana de inicio de clases sonó, solo se dieron cuenta cuando el resto de estudiantes que aún no llegaban a la entrada corrían a toda velocidad para no quedarse fuera y tener que limpiar el patio de la Institución.

Seguramente Renjun y Jeno tendrían que hacerlo, pero qué más daba, sus corazones estaban cálidos porque no había nada mejor que hablar unos minutos con la persona que te gusta.

H𝗘 I𝗦 N𝗢T 𝗚A𝗬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora