Y llegaste tú © [Saga Tú: Libro 1] (Pronto En Papel)

Capítulo 21

~León~

—¿Vas a llamar? —pregunta Diana mientras revuelve las papas fritas en la salsa de tomate.

—No lo sé, Marcos está loco y puede que haya entendido todo mal...

—Pero no pierdes nada si lo intentas, León. Me dijiste que era tu sueño ir a estudiar a esa universidad.

No le respondo de inmediato, la realidad es que tengo miedo de contactarme con ellos y que sea mentira lo del error o que me rectifiquen el fracasado que soy.

—Creo que me quedaré donde estás, además, ya tengo casi todo listo para iniciar con las clases en unos meses.

Diana asiente sin dejar de mirarme a los ojos con la duda marcada en sus facciones. Yo le había confesado, en una de las tantas charlas nocturnas que habíamos tenido, que deseaba irme a hacer mi carrera de veterinario y alejarme de este lugar.

Aún lo quiero, pero el destino me jugó mal y ahora debo conformarme con lo que tengo a mano. Aun así, me emociona en cierta forma porque puedo estar cerca de ella. Solo es buscar un trabajo que me permita pagar mi propia pieza y vivir con libertad.

—¿Qué ha pasado con tus padres? —cambio de tema y ella deja de jugar con la comida.

—Están peor que siempre, León. Quiero largarme de esa casa, creo que tenemos metas muy parecidas.

Habla con tristeza, esto hace que se me encoja el pecho. Sé de antemano lo mal que lo ha estado pasando después que se rebeló, por así decirlo, al cortar son su exnovio.

Diana y yo tenemos más cosas en común de las que creía, y eso es algo que me atrae mucho de ella. Es una chica sobria, con los pies sobre la tierra y que sabe con certeza qué es lo que quiere.

He tenido el impulso de decirle lo que siento, el problema es el temor a que me rechace o piense que es un pasatiempo para mí. Además, mi intención no es hacerla sentir presionada o incómoda y más sabiendo todo lo que ha pasado con el que era su pareja.

—Debemos irnos —expresa y se levanta de la mesa.

Le doy un último sorbo a mi bebida y la imito para luego caminar hacia la salida junto a ella.

—¿A dónde quieres ir ahora? —pregunto mientras avanzamos por la acera.

—Lamento esto, León, pero debo pasar por mi hermano. Él está en su práctica de béisbol.

Nos detenemos, uno frente al otro, mientras miramos hacia el horizonte a nada en particular. La tarde está fresca y el cielo con un tono anaranjado debido a los débiles rayos del sol.

Poso los ojos en Diana, su pelo vuela con la brisa y parecen hebras de oro por la iluminación. Me acerco más y llevo una mano hacia su rostro para que me mire.