El Principe Durmiente •KookTae•

01

Los príncipes de cada reino admiraban todo con una sonrisa y otros tenían la boca abierta por los tesoros de esos padrinos mágicos que estaban concediendo al príncipe de Daegu. Pero aun quedaba un regalo por ofrecer. 

Tras la belleza, concedida por Jackson y la música, presente de Eunwoo, ¿cúal sería el don del padrino mágico Hoseok? 

Un padrino mágico que se caracterizaba como dos compañeros y hermanos por su bondad y generosidad: siempre tan dispuesto a prestar favores, a defender a los débiles y a socorrer a los necesitados...

Hoseok levantó su varita mágica por encima de la cuna; pero ni siquiera tuvo tiempo de pronunciar palabra alguna puesto que una imprevista borrasca barrió de golpe pájaros y destellos; los reyes y reinas protegiendo a sus hijos y el pueblo cuidando que la borrasca pasará rápido; las puertas y ventanas comenzaron a crujir. 

Un relámpago deslumbrante atravesó la sala principal del castillo donde se estaba llevando a cabo la fiesta y pasando por encima de Taehyung, las cortinas de la cuna se agitaron con el movimiento de la tormenta, gritos de espantos se escuchaba y los reyes de Daegu estaban preocupados por no acercarse a su hijo, el viento les impedía acercarse porque eran empujados; los padrinos mágicos se acercaron a la cuna para poder proteger al príncipe quien soltaba sollozos por el ruido.

Tras un nuevo y amanezante relámpago, apareció una terrible silueta, vestida con una larga capa negra, el rostro ceñido por un goroo de dos puntas —que hacían pensar en los cuernos de un diablo—, ELLA, dominaba a todos los que estaban presentes con una mirada de absoluto desprecio; ella no consideraba al rey Kim Donju como su rey y menos a la reina Kim Jiwoo.

Un murmullo corrió a través de todo el reino y pueblo invitado: 

– ¡Maléfica!, ¡Es BonHwa, el hada del mal! ¿Qué viene a hacer aqui?

Y como si estuviera leyendo sus pensamientos, BonHwa respondió: 

– Yo soy la que nadie esperaba, ¡Ja, ja, ja!.– comenzó a reír sin una pizca de gracia.– Nadie me ha invitado, ¿no es cierto, mi rey?.– BonHwa se había vuelto hacia el rey Dongju, que, asustado como estaba ni siquiera se atrevió a rechistar y la reina Jiwoo, estaba peor que él, toda pálida y su vista había ido a para a la cuna donde estaba su hijo, rogaba a todos los dioses con que no le pasará nada a su hijo, Maléfica prosiguió.– Pues bien, a pesar de todo, yo también he venido a entregar mi regalo a este precioso niño.– lanzó una burlona carcajada, los tres padrino mágicos se colocaron enfrente de la cuna.– Pero miren a quienes tenemos aquí.– se giró hacía el pueblo y con una mueca murmuró.– La realeza, la nobleza y la plebe...y por supuesto, los pobres.– dijo con disgusto y fijo su vista a la cuna, su semblante cambiando a uno serio.– ¡A mi nunca me invita nadie!.– grito enojada.– Y eso que mi magia es poderosa.– susurro más para ella que para todo el mundo.– ¡Y su olvido rey Dongju y reina Jiwoo, les va a costar muy caro!.– los señalo con su uña negra tan larga. 

De pronto, BonHwa con un movimiento de mano alejo a los padrinos mágicos a la pared, quienes se habian golpeado la espalda ante el impacto y se acerco a la cuna y pronunció su maldición: 

– Príncipe Taehyung, has recibido unos regalos maravillosos el día de tu bautizo. Pero de poco te van a servir, porque éste es el mío.– levantó su mano y comenzó a pasarla por arriba de la cuna.– El día que cumplas dieciséis años, te pincharás un dedo con la punta de una rueca y morirás. 

Todos los allí presentes lanzaron un grito de horror. Los reyes preocupados se levantaron preocupados de sus tronos, mirando a la hada mala preocupados, su pequeño bebé no podía morir.