Cap 22 • Frai y su mate

14.3K 961 11
                                    

Era un Sábado por la mañana en Viloy, las urracas cantaban sin cesar en los pinos, algunos lobeznos aullaban seguramente por diversión, mientras que otros lobos adultos, jugaban a pelearse como si de un ring de peleas se tratase. Mientras tanto, yo seguía en la cama tumbada con la nariz y mejilla ya sanada, y sorprendentemente, seguía sola e intacta en la habitación.

Supuse que había salido como muchas otras veces al bosque, o que había decidido volver a los papeleos en su oficina.

Así que sin poder hacer gran cosa, me dije a mí misma que debía aprovechar la mañana, por ejemplo, investigando más la casa y sus habitaciones. Ya conocía de pies a cabeza ambos pasillos de la primera y segunda planta, aunque la planta baja, seguían por descubrir algunas habitaciones.

Tras bajar, me detuve en frente de una gran sala con una gigantesca puerta rústica con decorados y de madera. Miré a ambos lados del pasillo para asegurarme de no sentirme culpable por pasar, y tras revisarlo, me adentré al lugar. Una vez dentro, mi boca de entreabrió de sorpresa.

¡Era una dichosa sala de fiestas!

Era más bien como un pub, pues tenía una gran barra de bebidas en la parte izquierda con muchas botellas de alcohol detrás de esta. Un poco más a la derecha, habían varios sillones negros de cuero- algunos más redondeados que otros-, y delante de estos, varias mesas de cristal lujosas.

Que maravilloso era esto, ahora nadie podría tomarme como una alcohólica que solo piensa en beber y beber, sino en el hecho de disfrutar la música, el bailar, incluso tener la oportunidad de liarse con alguien de este valle.

Imposible, o al menos no en estos momentos.

Antes de salir, me topé con unas escaleras de caracol grisáceas entre la oscuridad, justo a la izquierda, que llevaban a una especie de terraza, por lo poco que pude ver.

Porque antes de salir de ahí ilesa, retrocedí y una mano se posó en mi hombro.

Conocía ese tacto, la suavidad con la que siempre se posaba... pero al dar media vuelta, me topé con tres personas más a su espalda. Azael era una de ellas, mientras que los otros dos, eran tan solo un par de desconocidos. Ambos tenían unos ojos preciosos oscuros, el hombre que lucía algo mayor que la chica, tenía el cabello ya canoso, pero sus ropas indicaron que tenía más dinero del que podía aparentar por la edad. Por otra parte, la chica a su derecha, traía un vestido rojo de color carmesí y brillantitos. Su melena rubia y ondulanda caía hasta media parte de la espalda, y no pude evitar sorprenderme por ello.

-Es un placer, soy Frai, y ella mi esposa Ellioya.

El señor Frai me tendió su mano, y no dudé en aferrarme a ella para devolverle el saludo tan cordial, al igual que su mujer, que traía una gran sonrisa encantadora en su rostro.

-Tu debes de ser la mate del infame Alfa de la manada- sus palabras me devolvieron a la realidad al decir eso.

Era como si detrás de esa delicada sonrisa, hubiese mucho más en Ellioya.

-¿Mate?- pregunté aturdida cerrando la puerta a mis espaldas del pub.-, creo que os habéis equivocado...

-No, sin duda debés ser tú- entrecerró Frai sus ojos sin dejar de observarme-, puedo oler a kilómetros la cercanía de ambos.

Atrapada por el AlfaWhere stories live. Discover now