Mi padre y Connor empezaron a pelearse como nunca antes, ambos se mostraban los dientes como fieras salvajes sin dejar morderse, y cuando quise intervenir de nuevo, mi madre, tomó mi brazo para que siguiera sentada.
-Quédate aquí- pidió.
Se marchó corriendo hacia el desván donde guardábamos todas las armas y algún que otro utensilio, y más tarde, salió por la puerta con una especie de tubo de cristal con un líquido verdoso dentro de este. Se acercó a mi padre y quitando el tapón del frasco, se lo lanzó entero del cuerpo procurando no ser mordida por esas fauces.
Seguía sin dar crédito al haber descubierto que mi padre también era uno de ellos, pero ¿cómo había podido ocultarlo estos años atrás?
Predije lo que estaba a punto de suceder, pues mi cuerpo se sentía débil, empezaba a temblar como una hoja, y por poco, mis pulmones quedaron totalmente obstruidos por la falte de aire. Tan solo pude pensar en que lo que tenía era un ataque de pánico en ese momento, tan solo por la situación, y puede que por el miedo a que alguno de los dos saliera lastimado.
Que débil e inútil me sentía en ese mismo momento, al ser incapaz de separarlos o poder llamar la atención de mi padre para que dejara de hacer esas atrocidades. Pero por suerte, segundos más tarde mi padre cayó al suelo de un buen golpe y por la extraña pócima que le había echado mi madre sobre la cabeza.
Quise acercarme a Connor por mi cuenta para que se alejara un poco de mi padre, ya que no sabía que iba a hacerle por más inconsciente que ahora estuviera, aunque al querer levantarme, aún trémula y el corazón en un puño, caí del sofá hacia delante, casi impacté en el suelo, pero un gran cuerpo bloqueó la caída.
Un fuerte olor familiar me invadió de pies a cabeza cuando me vi envuelta por unos brazos y mi cabeza siendo presionada contra su pecho. Gracias a ello, logré tranquilizarme un poco, diminuí mis pulsaciones y mi cuerpo dejo de temblar al fín.
-Lo siento mucho chicos- murmuró mi madre acercándose a nosotros.
Lucía dolida y confusa, sus ojos cristalizados por un par de lágrimas indicaron que ella lo sabía todo desde un principio. No quise preguntarle al momento, todo lo contrario, esperé a que ella fuera la que lo dijera.
-Tu padre y yo no queríamos que salieras lastimada al saber lo de sus cambios- se agazapó a nuestro lado de rodillas-, desde que naciste pensamos que lo mejor sería mantenerte segura de su otra naturaleza, como todos los demás.
Supuse que indicó a Connor y a los demás híbridos que coexistían en el bosque.
-Me he asustado un poco cuando has hecho esas preguntas justo después del día de la luna de sangre.
-¿Qué... clase de padres lo esconden a su hija?- mi voz tembló.
Seguí aferrada a Connor al no poder ni siquiera acercarme a mi madre, mucho menos al lobo que ahora estaba totalmente K.O en el suelo, a tan solo un par de metros. Y dolía que todo fuese así y no de otra forma.
-Lo siento, de verdad, pero no creo que fuese lo más seguro.
Cuanto quise recriminarle esas palabras vacías... lo deseé, pero ahora tan solo quería volver al valle.
-Nos vamos- dijo con sequedad Connor, haciendo que su pecho se acercara más a mi oído por lo grave y ronca que podía llegar a ser su vez de vez en cuando.
-Sí, será lo mejor...
Me sobresalté un poco cuando fui tomada debajo de las axilas para levantarme y luego ser acomodado a su cuerpo que no dudé en aferrarme de nuevo como un pequeño bicho a él.
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Atrapada por el Alfa
WerewolfNo todos los monstruos son horrendos y escalofriantes, algunos se disfrazan de corderos, mientras que otros revelan su verdadero ser. Scarlett se adentra en un mundo lleno de depredadores, sedientos de sangre, cegados por la idea de querer erradicar...