Final.

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Thomas.

Gally estaba parado justo enfrente de nosotros, ¿Cómo llegó? No lo sé. Pero sin duda daba miedo, con esos ojos inyectados en sangre, con una pistola, dispuesto a matar a cualquiera. Mis piernas comenzaron a temblar, y mi cuerpo sudaba frío. Sentí que se doblaban las rodillas de verlo.

—Gally, suelta eso —le dije, con un valor que no supe de dónde salió.

Sin pensarlo, di unos pasos al frente. Estaba a la cabeza del grupo, con Teresa a mi derecha y Chuck y Minho a mi izquierda.

—¡Qué plopus haces aquí! —le gritó Minho.

—Cuidado, le han picado —me dijo Teresa sujetándome del brazo.

Ahora tenía sentido por que actuaba así, aunque Gally me odiara, no sería capaz de matar a nadie. Y está picado. Todos dicen que cuando los pican todos me ven a mí y a Teresa. Se vuelven locos. Me echan la culpa de todo lo que ha pasado, de este sufrimiento. Después de todo, comienzo a creer que es verdad.

—¡Tú! —Me gritó Gally— ¡tú tienes la culpa de todo esto! ¡Tú eres su favorito! ¡Tú hiciste que destruyeran nuestro hogar!

—¿Dónde está Rachel? —gritó una chica. Era Leiah.

—Ella está mejor ahora —la voz de Gally se apagó— ella era una linda chica... Fue una lástima que no pudiera llegar.

—¡Te mataré! —gritó ella con la voz temblorosa. Se iba a abalanzar a Gally pero la sujetaron y la inmovilizaron. Ella cayó de rodillas, llorando.

—Tú tienes la culpa de todo esto —se dirigió a mí— ahora terminaré lo que he empezado.

Gally me apuntaba con su pistola, sentí como mis pies se convertían en cubos de hielo. Iba a disparar, estaba seguro. El miedo de todos era palpable. Tal vez morir aquí sea mejor que allá fuera. No se me ocurría nada que hacer.

Jaló el gatillo. Cerré los ojos, seguido de un grito desgarrador, que no era mío. Esperé la muerte, pero nada. Abrí los ojos.

Minho había lanzado un palo de madera con punta al pecho de Gally, que estaba cayendo de rodillas, con la boca abierta tratando de respirar. En poco tiempo empezó a escupir mucha sangre.

Todos miraban al piso en frente de mí, Teresa estaba llorando, entonces volteé, y era la razón por la que no recibí el disparo. Chuck se había puesto en el camino, recibiéndolo en el pecho. La mancha de sangre en su playera crecía rápidamente. No iba a vivir. Me arrodillé frente a él, me sentía como el alma me pesaba y se iba con él. Él era mi mejor amigo e iba a verlo morir. Las lágrimas comenzaron a caer y mi cuerpo se llenaba de desesperación, impotencia y tristeza.

Leiah.

Gally le había disparado a Chuck en lugar de a Thomas. Me tapé la boca para que mi llanto no se escuchara tanto, Newt hizo lo mismo. Me situé a lado de Teresa, a ver si lograba hacer algo. Entonces vi la peor escena que había visto en mi vida.

Beth había corrido a arrodillarse enfrente del cuerpo de Chuck, lloraba como nunca había llorado. Thomas también estaba abrazando el cuerpo del niño, al que le costaba respirar, estaba temblando demasiado, iba a morir. La sala estaba inmensamente silenciosa, salvo por el llanto de Beth, y las últimas palabras de Chuck hacía Thomas.

—Thomas... —dijo Chuck con su último aliento— dale esto a mi madre.

Sacó una figura de madera, que estaba tallada a mano por él. Era preciosa. Thomas la colocó en su mano, y la cerró.

—No Chuck... —dijo Thomas sollozando— se la darás tu... Toma, se la darás tú.

A Chuck le empezaba a fallar la respiración, hasta que unos segundos después soltó un último suspiro. Su mirada estaba perdida en el techo. Beth se aferró más a su cuerpo, llorando sobre su pecho.

—¡Vamos Chuck! ¡Respira...! ¡Le tienes que dar la figura tu madre! —gritaba Thomas, pero no tenía caso.

Me giré a ver a todos, estábamos llorando. Me aferré al pingajo de Minho que estaba a un lado. El se tensó, después me abrazó, por lo que empecé a llorar aún más.

En ese momento, las puertas que estaban atrás de nosotros y una enfrente se abrieron de golpe. Entraron varios hombres uniformados de negro, armados, llevándonos a todos a rastras de las instalaciones donde estábamos, dejando los cuerpos de Chuck y Gally en el piso. Dos hombres agarraron a Beth violentamente que no quería dejar a Chuck.

—¡Déjenla en paz! —les grité en lo que me sacaban.

—Tranquilízate chica, somos buenas personas me contestó, y dejaron a Beth a caminar.

Nos llevaron a un desierto, como el de mi sueño, pensé. A todos nos custodiaba un guardia, caminamos unos metros con el viento azotándonos en la cara, hasta que llegamos a un helicóptero, en donde hicieron que nos subiéramos.

—Ya pueden tranquilizarse, están a salvo. De ahora en adelante, todo va a cambiar —nos dijo un guardia cuando todos nos subimos y el helicóptero despegó.

Había una vista hermosa y terrorífica a la vez. El laberinto por arriba, todas las secciones, pasillos, todo lo que trazamos los corredores ahí estaba. También estaban los dos claros, uno bien, el otro devastado. El nuestro. Se veía como los laberintos estaban conectados, como habíamos llegado con los chicos.

Todos estábamos cansados, mallugados, heridos, de todo. Pero la pesadilla del laberinto ha terminado. Ya no teníamos que correr.

Corre [SG #1]Where stories live. Discover now