19. Maldita llave

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Corrimos en grupo por todos los pasillos que llevaban a la puerta. Minho, Thomas, Claire y yo estabamos a la cabeza, ya que eramos los únicos corredores.

Todos iban al paso, muchos murmuraban que a donde ibamos, que ibamos a hacer cuando salieramos, que tal vez CRUEL estaba esperando, y simplemente la respuesta a todo es: no lo sé. Al menos vamos a salir.

Pasaron como unos 30 minutos, cuando corría sentía como si algo se me olvidara, pero simplemente no sabía que. Era algo que solo me ponía más y más inquieta. Llegamos a las puertas de la sección 7, al parecer no había nada, Minho y Thomas pararon y se empezaron a quejar, y simplemente se sentía la tensión y tuve que ir.

—Hey ¿qué pasa? —pregunté.

—No tiene sentido, la puerta a la que respondió esta cosa no está—dijo Thomas.

—Estamos jodidos —Minho rodó los ojos.

—De casualidad, ¿esa puerta era circular? —creo que ya sabía que pasaba.

—¡Sí! —dijeron los 2 al mismo tiempo.

—¿Y tenía una especie de engranajes y grabados? —seguí diciendo.

—Sí, carajo, sí —dijeron desesperados.

—Síganme, estamos muy lejos. Es por donde nosotras llegamos.

Ellos asintieron y Claire supo a donde llegué con eso. Empezamos a correr en dirección contraria, Minho y Thomas se miraron entre ellos y no tuvieron más opción que seguirnos. Muchos empezaron a murmurar sobre a dónde ibamos, y muchas dudas más; aunque no los culpaba: yo tampoco sabía con exactitud. Harriet y Sonya se dedicaron a calmarnos y a decirles que ibamos a estar bien, por ahora.

Pasamos como una hora doblando por pasillos, y uno que otra parada para los que queriamos comer. Cuando Chuck quizo ir al baño, tuvimos que parar. Después Beth. Eran una especie de hermanos separados, no lo sé.

Por fin dimos con la puerta. Era como la recordaba, grande, circular y con engranajes, como si cada ranura se acompletara. Sentí de nuevo como si algo se me olvidara, pero no supe que era. Me quería golpear, pero tampoco era tan estúpida.

—Dime que es esta o me clavo la daga en el estómago —dijo Minho, harto y jadeando.

—¡Hey! No es bonito, miertero. No lo hagas —dijo Claire, recordando lo que le había pasado, al parecer ya está bien.

—Si es, tranquilo —y le golpeé ligeramente el hombro. Hice una sonrisa que terminó siendo una mueca. Yo también ya estaba cansada.

—¿Cómo vamos a abrirla? —preguntó Thomas.

—No lo sé, la otra vez vine con...—mi voz se apagó. Rachel. Había olvidado a Rachel; no había venido con nosotras, se había quedado.

Sentí un nudo en la garganta. Más que tristeza, me dio ansiedad. Me quedé pasmada por un momento, asimilandolo. Rachel se había quedado y ya no la ibamos a volver a ver.

—Hey, ¿qué te pasa? —preguntó Minho.

—Nada, no se como abrirla —dije con voz temblorosa.

—Genial, ¿ahora qué hacemos?—exigió Claire.

—Tiene que haber una forma de abrirla, ¿tienes la llave? —dijo Thomas, y Minho asintió y se la dió. Thomas caminó hacía la puerta y restregó la llave contra la puerta, y no pasó nada.

Caminé hacía un rincón a lado de los engranajes, y me senté arrastrando mi cuerpo contra la pared. Recordé cuando Rachel y yo venimos a averiguar como se abría, y que de repente hablamos y se abrió, nada de llaves, nada de máquinas.

Sentí como un peso cayendo en mí. Me sentía más y más pesada. Yo sólo veía como Minho, Thomas y Claire discutían y rebuscaban algo para abrirla. Recordé mi conversación con Rachel.

—Completamente una plopus, ¿cómo pasamos?

—EH, no se.

—Necesitamos un prodigio para abrir esta cosa

—Necesitamos un prodigio para abrir esta cosa —dije en voz baja. Y otra vez, sucedió. Los engranajes se empezaron a abrir y a chirriar. Los corredores voltearon, y me miraron con una cara de duda. Me hubiera reído, pero no pude.

—¿Qué rayos hiciste Angélica?—dijo Minho con una sonrisa suya que achinchaban más sus ojos.

—No importa, debemos irnos, ahora. Digan a Sonia y Harriet que partimos —dije más seria de lo planeado. Thomas y Claire se miraban entre sí buscando respuestas.

—Se que tienes algo —murmuró Minho. Yo sólo alce las cejas— ¿no me vas a decir?

—No, no es nada que te pueda importar —dije fría y me adelanté. ¿Desde cuándo le importaba lo qué me pasaba? No iba a decirle, no ahora. No cuando nos hayamos a (si tenemos suerte) horas de salir de aquí. El sólo rodó los ojos y siguió.

En el transcurso de recorrer lo que faltaba, Thomas y Minho conocían muy bien esa parte y se adelantaron. Pensé en que palabras habían dicho para abrir la puerta, talvez era eso.

"Prodigio". Sinceramente no sabía que significaba muy bien, pero al parecer era algo que no pasaba muy amenudo, algo extraordinario, una cosa parecida. Tampoco dejaba de pensar en Rachel, tal vez Gally la convenció para que se quedará. No sé que habría pasado, ni sabía si había sobrevivido al ataque.

Los corredores pararon en seco y casi choco con alguien. Mis piernas comenzaban a arder.

—¿Llegamos a la maravillosa salida? —preguntó Claire.

—Hemos llegado —dijo Thomas.

—¿Y qué esperamos? Hay que ir—dije incorporandome a ellos.

—¿Y que esperamos? —dijo Minho con sarcásmo— a menos de que mates a dos penitentes en unos segundos, no creo que quieras ir allá.

—Estúpido, habla claro, ¿hay penitentes?

—¡Que sí! Estamos jodidos —me gritó. Me dolió.

—No hemos llegado aquí para nada —dijo Thomas— hay que enfrentarlos, no queda de otra.

—¿Qué planeas hacer, genio? —preguntó Claire.

—¿Trajeron armas? —dijo Thomas con una sonrisa algo siniestra.

—Ya se que planeas. Hay que hacerlo —dijo Minho. Yo todavía no entendía del todo.

Corre [SG #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora