—Sí —contesta.

—Muy bien —le da una palmadita amable—. No hay nada roto, ¿verdad? Entonces... ¿Te parece realmente necesario llamar a la policía?

El chico traga saliva, pero niega con la cabeza.

—Podemos simplemente olvidarlo —Seokjin se encoge de hombros, con un gesto modesto mientras tuerce los labios hacia abajo.

No soy consciente del billete de color verde que se desliza con disimulo a la mano del jovencito, hasta que su boca se abre debido a la absoluta consternación que lo embarga. Mis ojos se amplían por la mera realización del accionar de Seokjin, pero pronto chasqueo la lengua.

No puedo creerlo. ¿Por qué este hombre va por la vida con dólares en los bolsillos?, ¿se cree que vive en los malditos Estados Unidos? ¡No es normal!

—Ayuda a este pobre hombre a levantarse y procura que lo saquen, ¿sí? —Le pide al empleado que sigue en shock—. Muchas gracias, lamento lo ocurrido.

La molestia comienza a ser un verdadero obstáculo en mi sistema, así que me volteo para marcharme rápidamente. Las personas que estaban observando se abren paso de mi camino como si fuese un monstruo, pero eso no me desconsuela en absoluto.

Jimin me mira y tiene la intención de acercarse a mí, pero soy contundente cuando niego con la cabeza. Se queda quieto en su lugar y me murmura que luego me llamará.

Ahora mismo, no soporto a ningún ser humano. Afortunadamente, Jimin es de las pocas personas que comprenden y respetan mis drásticos cambios de humor.

Mi mano derecha es la más perjudicada, aunque el dolor es soportable. Mientras doy largas zancadas para llegar al ascensor, me protejo los nudillos enrojecidos con mi palma libre porque siento que palpitan como si un demonio fuese a salir de ahí.

Cuando me meto al ascensor, no demoro en darme cuenta que Seokjin avanza por el pasillo a toda velocidad con una expresión que asustaría a cualquiera. Me aferro desesperadamente al panel con los botones y comienzo a presionar incontables veces el número cinco con la intención de huir en este preciso momento.

Justo cuando la puerta está cerrándose, mi ex jefe logra entrometerse al espacio cerrado.

Me cago en todos mis carajos.

— ¿Qué demonios fue eso? —Gruñe, sonando furioso e indignado en proporciones iguales.

Sí, no se necesita tener más de una neurona para saber que Seokjin está completamente enojado. Ni siquiera se molesta en poner como pantalla aquel gesto inexpresivo que utiliza, mayormente en el trabajo, cuando está rodeado de gente que no soporta. Tanto su mirada como su tono de voz son densos y envían un escalofrío por mi espina dorsal.

—Oh, ¿de repente vas a callarte? —El sarcasmo se filtra en sus vocablos y yo trago saliva—. Sin mencionar que querías escaparte de mí.

Mi –poca– paciencia se esfuma y me giro hacia él.

— ¡Mira tu mano! —Chilla con preocupación, pero también noto el reproche en su exclamación—. ¡¿En qué mierda estabas pensando?!

— ¿Le diste un dólar al chico? —Digo, y sueno más indignado de lo que pretendo—, ¿es en serio, Seokjin?, ¿crees que puedes comprar a todo el mundo solo por ser millonario?

Con evidente frustración, Seokjin se cruza de brazos.

—Le di cincuenta —me corrige, y eso me hace rodar nuevamente los ojos—. Además, ¿querías que la policía se involucrara en esto y quedar como un matón delante de tu familia?

"Tendencia + Torpeza" (Adap.) «JinKook»Kde žijí příběhy. Začni objevovat