La distancia que nos separa es mínima ahora; siento que su brazo derecho me rodea de manera protectora hasta encontrar su otro brazo y unir sus manos para afianzar el agarre. Por mi parte, rodeo su cuello con un brazo y mi mano libre se dispone a acomodar un poco los pliegues de la camisa blanca que lleva puesta.

Siento como si un millón de emociones enloquecedoras se arremolinaran en mi interior, dificultándome la tarea de pensar con claridad. En este momento, solo puedo mirarle la boca. Esos labios gruesos que posee, y que me muero por besar otra vez.

—No encontré la forma de sacarte de mi mente —el sonido de mi voz es tímido pero seguro una vez que exteriorizo mi confesión—. ¿Podrías decirme por qué no puedo dejar de pensarte?

La arrogancia pura que tiñe su rostro me da ganas de querer retractarme de inmediato.

—Causo eso en las personas —me dice, con aquella voz que denota extrema superioridad; por mi parte, ruedo los ojos—. Es broma, mi vida. Pero, quiero que me cuentes..., ¿me recordabas antes de ir a dormir?

—No, antes de dormir recuerdo el día que conocí a Kendall Jenner.

— ¿Te crees muy gracioso, pequeño comediante? —Susurra, apretándome más contra su cuerpo.

Asiento con la cabeza, mientras que una mueca divertida se apodera de mis comisuras labiales.

Por más de que quiero, no puedo dejar de mirar sus labios. Y Seokjin es consciente de ello.

—Dame un beso si todavía no puedes perdonarme —dice, en el tono neutral y tranquilo que siempre utiliza—. Dame dos besos si ya lo hiciste.

La propuesta tan auténtica de Seokjin me saca de balance por completo. Sin duda, me ha tomado con la guardia baja. De todas formas, no quiero permitirme lucir alterado; no quiero hacerle saber cuán nervioso me siento ahora mismo.

La vacilación se apodera de mis facciones, pero mi mano reacciona por sí sola y acuna el lado izquierdo del rostro de Seokjin para brindarle unas caricias gentiles.

Planto un casto beso en sus labios y me tomo mi tiempo (solo para crear el suspenso) antes de repetir la acción. El hombre en cuyas piernas me encuentro sentado me muestra una sonrisa tan tímida como cálida después de los dos besos.

—No vuelvas a mentirme, por favor. —Trato de sonar exigente, pero sueno más bien suplicante.

—No lo haré, niño.

Entonces, la mano de Seokjin se coloca en mi nuca para inclinarme con delicadeza hacia adelante, con el fin de acercar más nuestros rostros. Sus labios suaves capturan los míos con delicadeza y, sin embargo, parece un beso urgente y desesperado.

No me había dado cuenta de cuánto deseaba esto hasta ahora. No había sido consciente de lo mucho que extrañaba su boca moviéndose al compás de la mía con tanta naturalidad. Y, lo más gratificante, es que se siente como si nuestros labios hubiesen sido creados exclusivamente para siempre estar juntos.

La intensidad con la que nuestros labios se encuentran empieza a aumentar considerablemente y un gruñido abandona su boca cuando mis manos se pierden en su cabello oscuro.

Cuando nos separamos, uno mi frente con la suya y le obsequio un besito veloz en la nariz.

Nuestras miradas se encuentran profundamente conectadas; un rubor cálido tiñe mis mejillas y mi cerebro me demanda que haga algo por apaciguar estas incansables ganas que tengo de continuar besándolo.

Seokjin se reacomoda un poco en el sofá y palmea con suavidad mi pierna antes de hablar.

—Ahora que podemos ser completamente sinceros el uno con el otro...

"Tendencia + Torpeza" (Adap.) «JinKook»Where stories live. Discover now