—Ya vengo —me informa Seokjin con su teléfono en manos y colocándose la capucha de su hoodie gris.

—No se pierda —le digo con gracia, y aunque rueda los ojos, sé que ha sonreído debajo del barbijo que lleva.

Veo que el hombre vestido totalmente informal observa a ambos lados de la calle antes de cruzar para dar con la playa y, en ese momento, comienza a tomar fotografías al paisaje con su móvil.

Me pregunto cuándo fue la última vez que él se tomó un respiro de sus responsabilidades y problemas personales.

Voy a la recepción del motel para pedir una habitación y me dan acceso a una del segundo piso. Pago lo debido, agradezco a la amable señora que me ha atendido y salgo de la oficina. Vuelvo a mirar hacia el horizonte solo para reencontrar a Seokjin justo donde estaba hace cinco minutos, salvo que ahora, las nubes blancas y esponjosas del cielo son el objetivo de su cámara telefónica.

No me toma más de treinta segundos llegar hasta donde se encuentra y situarme a su lado, pero a él poco parece interesarle mi presencia. Está tan ensimismado en la playa y los colores que el cielo regala a esta hora que una jubilosa y extraña sensación me recorre de pies a cabeza.

— ¿Cómo sabías de este sitio? —Pregunta luego de capturar unas cuantas imágenes.

—Es mi escondite cada vez que estoy teniendo una crisis. Pensé que tendría el mismo efecto en usted.

—Acertaste a la perfección, niño —contesta con una expresión gentil y hace una pausa antes de volver a hablar—. ¿Trajiste a tu prima aquí?

De repente, mi corazón parece saltarse un latido para reanudar su marcha a un ritmo veloz y ansioso. Mis labios se entreabren por sí solos y mi mirada se posa en Seokjin, quien parece estar disfrutando del cortocircuito que acaba de producirme con tan solo una pregunta tonta.

Como no soy capaz de contestarle con palabras concretas, así que Seokjin suelta una carcajada ruidosa.

—Niño atrevido —murmura.

—¿T-Tiene hambre? —Mi intención es cambiar de tema, pero gracias a la pregunta estúpida y el tartamudeo, solo he logrado coronarme como un completo idiota.

—N-No, no t-tengo h-hambre.

Mientras él se ríe, yo no puedo evitar darle un golpecito en el brazo. El imprevisto pánico me invade cuando me percato de que lo he tocado, pero me relajo nuevamente al darme cuenta de que Seokjin no se inmuta ni un poco. Su semblante y su humor, por lo que veo, mejoraron considerablemente.

Una vez que estamos delante de la puerta de la habitación, hago uso de la llave que me proporcionaron minutos antes para abrir la misma. Dejo que Seokjin ingrese primero para poder atraparlo, en caso de que se desmaye por la humildad del lugar.

Sin embargo, eso no ocurre. Sus ojos curiosos escanean la estancia mientras se encuentra cruzado de brazos.

—No es un hotel de mil estrellas como usted acostumbra —digo con cierta timidez—. Pero es cómodo y acogedor, ¿verdad?

—Así que esto se siente no tener millones en la cuenta del banco —espeta, aun observando la habitación.

—Váyase directo al demonio.

—Me gusta —admite vagamente—. Si debo ser honesto, tengo tanto sueño que podría dormirme en un callejón.

—Duérmase. Yo iré a llamar a Nahyun para saber qué tal está y si necesita algo.

—No —espeta con firmeza, y me volteo lentamente para encararlo—. Estuviste toda una maldita hora regañándome para que no piense en el trabajo. Si yo no me preocupo por mis obligaciones, tú tampoco.

"Tendencia + Torpeza" (Adap.) «JinKook»Where stories live. Discover now