De pronto, una idea asalta mi mente y la misma me lleva a mirar fijamente al hombre que conduce el costoso coche. Seokjin no se demora en notificar mi inevitable análisis.

— ¿Qué? —Dice con gracia, esforzándose por reprimir una risa.

No me había dado cuenta apenas lo vi salir de su oficina luego de la reunión que tuvo. Sin embargo, ahora que lo tengo más cerca, lo noto a la perfección. Está peinado; tiene el cabello perfectamente estilizado hacia atrás y un mechón rebelde pero adecuado cae delante de su frente. A eso, se le suma el riquísimo aroma a costosa loción que emana su cuerpo.

Si algo sé sobre Seokjin es que, al abandonar las instalaciones luego de un día agitado, él opta por no peinarse. Siempre lo veo con el cabello alborotado... Pero hoy es la excepción.

Y yo sé el motivo.

No puedo evitar reír con ímpetu mientras me cruzo de brazos en mi asiento.

—Permítame acabar con su ilusión —hago una breve pausa antes de agregar—: no creo que San esté trabajando hoy.

La carcajada que mi jefe expulsa llena el interior del coche y mi ceja izquierda se dispara hacia arriba mientras lo observo.

—Tengo esperanzas —contesta—. Debo darle una buena impresión.

—Él ni siquiera lee su revista. Ni usa Gucci.

—Mejor aún. Me encantan los desafíos.

Ruedo los ojos con auténtico cansancio y me mantengo de brazos cruzados hasta que llegamos a mi casa. Cuando Seokjin aparca justo delante del edificio, noto que echa un vistazo hacia el interior de la recepción y veo que golpea levemente el centro del volante al notificar que San no está.

Sonrío ampliamente, como si acabase de ganar la lotería.

—Se lo dije —le digo, disfrutando de la situación.

— ¿No me invitarás a pasar?

Mi ceño se frunce al tiempo que le pongo un freno a mi intención de bajar del coche.

—Solo tardaré un minuto.

—Me sentiré solo y abandonado. Además, Han acaba de romper mi corazón por no estar aquí.

—San —le corrijo en voz alta y no puedo evitar poner los ojos en blanco nuevamente—. Está bien, puede acompañarme si quiere.

Una vez que hablo ambos nos bajamos del vehículo y, de manera inmediata, las personas que se encuentran paseando por la acera no pueden evitar darle un intenso vistazo al impecable BMW que Seokjin posee. En esta zona no es muy común encontrar un auto tan lindo y caro.

Atravesamos las puertas transparentes del edificio y Shin, el padre de San, me recibe con una sonrisa. Pero cuando él mira por encima de mi hombro y se encuentra a mi acompañante, la sonrisa se le borra lentamente.

— ¿Es usted...? Jungkook, ¿él es...? —El hombre está totalmente atónito.

—Sí. Shin, te presento a Kim Seokjin, trabajo para él. Seokjin, le presento a Choi Shin... —Hago una pausa y me relamo los labios—. El padre de San, el muchacho del que le hablé.

La sonrisa del ogro aparece rápidamente y no se demora nada en estrecharle la mano al hombre.

—Es un placer conocerlo, señor —dice Seokjin.

—El placer es todo mío, no puedo creerlo —contesta Shin de vuelta y le creo totalmente—. Soy un gran admirador de su activismo social.

—Le agradezco muchísimo, señor Choi. Es usted muy amable.

"Tendencia + Torpeza" (Adap.) «JinKook»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora