—Porque no tiene el dinero suficiente —Seokjin murmura mientras que, concentrado, revisa su teléfono.

Mi ceño se frunce con genuina indignación y mi boca se abre para responder, pero lo pienso mejor y al aceptar a mis adentros que no está equivocado con lo que espetó, decido mantenerme callado.

—No todos somos multimillonarios —replico, queriendo sonar enojado, pero no soy muy convincente al respecto.

Seokjin levanta la cabeza para mirarme con una ceja arqueada. Expulso fuera de mi sistema el impulso de mostrarle el dedo medio.

Luego de que Yunbi observa de mala manera a su falso prometido, devuelve su dulce mirada hacia mí.

—Estoy segura de que podemos colaborar para que puedas regalarles lo que quieres, cariño —dice—. ¿Cuál es la suma que te falta?

—Oh, no, no —me apresuro a negar con la cabeza—. De ninguna manera, señorita Kang. Lo aprecio muchísimo, pero no puedo aceptarlo.

Minjoo suelta una repentina carcajada que logra desconcertarme un poco.

—Chico, después de haber atrapado a este idiota con las manos sobre ese patán, puedes pedirnos hasta las escrituras de esta casa.

Parece que la frustración se ha apoderado de Kim Seokjin porque se levanta de golpe y comienza a marchar hacia las escaleras.

—Iré a ponerme mi pijama —anuncia con su ronca voz—. Cuando regrese, espero que todos hayan sido asesinados por alguna presencia diabólica.

—Lo único aquí que puede asesinarnos aquí es tu horrible aliento mañanero —Minjoo reprende ágilmente, robándome una risita que me esmero por ocultar.

—Ya se hizo tarde. Es hora de irme —anuncio con amabilidad y me pongo de pie.

—Kookie-Kookie, ¿por qué no pasas la noche en el cuarto de invitados? Como tú dijiste es muy tarde y dudo que un taxi se meta por estos caminos. Vamos, hay que admitir que el sendero es algo morboso.

—No se preocupe, señorita Kang. Conseguiré algo. Mañana debo trabajar desde muy temprano.

—Insisto —dice la encantadora mujer—. También debo estar a primera hora en mi oficina, podemos ir juntos hasta el centro.

—Lo entiendo, pero yo... No tengo ropa. No sería correcto ir a la oficina con el mismo atuendo que ayer.

—Seokjin podría prestarte algo —Minjoo se entromete con aire despreocupado, y creo que no es consciente de la locura que acaba de proponer—, los he visto, ustedes parecen tener la misma talla.

—No, no —niego rápidamente con la cabeza, pero esforzándome para mostrarme relajado al respecto. No puedo dejar en evidencia que la idea me aterra por completo—. Él es mi jefe, eso no está bien.

—Es tu jefe, sí, pero a partir de hoy tú eres nuestro nuevo amigo —Yunbi comenta y sonríe levemente—. Todos nuestros amigos, son amigos de Seokjin también.

Carajo. ¿Cómo salgo de esta situación sin morir en el intento? Minjoo y Yunbi parecen ser la clase de mujeres que no aceptan un no como respuesta. Me encanta su persistencia, pero temo que mi jefe acabe odiándome más de lo que yo lo odio a él.

—Yo... —Intento decir algo, lo que sea, pero nada logra salir. Un suspiro cargado de pena se me escapa.

—Iré a buscar la ropa —Yunbi me informa y se apresura a recorrer el mismo camino que el jefe, no sin antes decirme que regresará en breve con esa ternura que la caracteriza.

— ¿Sabes? Él y yo no nos llevamos tan mal como parece —Minjoo me toma desprevenido (de nuevo) cuando inicia una conversación casual, encogiéndose de hombros—. De hecho, Seokjin y yo tenemos mucho en común.

"Tendencia + Torpeza" (Adap.) «JinKook»Where stories live. Discover now