—Si quieres que crea esas patrañas que dices, entonces toma el dinero —contesta—. Así mis abogados tendrán una base de dónde sujetarse en caso de que falles a tu sagrada palabra. Y si esa suma no te convence, entonces te invito a proponer tu precio.

—Seokjin, con todo respeto, deje de ser tan cretino.

Tomo el cheque con forzoso desprecio y me giro sobre mis talones para retirarme.

—Niño.

Oh, por Dios. Gritaré si me llama así de nuevo.

— ¿Qué? —Replico.

—Me sorprendiste. Pensé que te tomaría más tiempo hacer todo lo que te dije.

—Fui a Calvin Klein mientras atendían a Gwanhi.

Oh-oh. Esa mirada profunda, de nuevo.

¿Qué hice mal ahora?

Puedo saborear el rechazo que siente, y su rabia es palpable.

— ¿Dejaste... Solo... A Gwanhi...? —Las palabras brotan de su boca lentamente mientras se cubre el rostro con las manos, y casi estoy seguro de afirmar que está al borde de un colapso.

—Sí, pero–

— ¿No fui específico cuando te dije que vayas a Calvin Klein una vez que termines en el sitio D? —Me interrumpe sin problema.

—Sí, pero–

—Por Dios, dejaste solo a Gwanhi. Me siento mareado.

— ¿Quiere un vaso de agua?

—Quiero que hagas lo que te ordeno de la forma en la que te lo ordeno. No a tu manera. "Tu manera" no existe aquí, ¿entendiste?

Bajo la mirada y automáticamente me siento como un esclavo.

—Sí, Seokjin.

—Vete ya —gruñe—. Tienes mucha suerte de que nada malo le haya ocurrido a Gwanhi.

« ¡Es solo un perro!» Deseo gritarle. Pero me contengo, por el bien de todos.

—Buenas noches —me despido en voz baja.

Y, tal como esperaba, él no me contesta.

Imbécil. ¿De verdad intentó comprar mi silencio?, ¿de verdad tengo un trocito de papel en mi bolsillo que significan treinta mil dólares? Debería de sentirme excelente, ¡soy millonario! Pero no. Todo esto tiene un gusto tan amargo que me produce arcadas.

Ahora mismo, solo estoy seguro de una única cosa: odio a Kim Seokjin.

No me importa que sea gay, no me importa que le sea infiel a su mujer. Me importa la forma en la que me trata, y esa forma es espantosa. Se cree el dueño y señor de todo ser humano que trabaje para él; no hay nada que me irrite más.

Llego a casa totalmente cabreado. ¡Es tardísimo! Dios, ¿cómo haré para acostumbrarme a esta rutina?

Veo mi teléfono personal y la pantalla notifica que tengo dos llamadas perdidas de Hyanie. Medito durante unos minutos en si debo llamar a mi madrastra para comentarle sobre mi día o preocuparme por descansar; y por eso, decido no hacerlo. Opto, en cambio, por enviarle un mensaje comunicándole que iré a dormir luego de una jornada atareada, pero que todo resultó excelente. Puff, todo salió perfecto, claro que sí.

Miro el cheque blanquecino que descansa en la mesa mientras me deshago de mi camisa y suspiro. ¿Qué se supone que debo hacer con eso?

Donarlo es una opción, sí. O quizás dárselo a mis padres para su boda... Aunque eso los llenaría de sospechas y dudas, ya que es muchísimo dinero.

"Tendencia + Torpeza" (Adap.) «JinKook»Where stories live. Discover now