9. Primer entrenamiento

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Luego de ese extraño encuentro en el dojo, llevamos a Megan a su casa, me despedí de ella y volvimos a la camioneta. Creí que volveríamos a casa pero el señor Miyagi dijo que iríamos a la de él, lo raro es que no nos dijo el porqué.

Pasábamos por un lugar con muchos barriles y cosas oxidadas cuando Daniel habló.

—¿Cuánto falta para llegar a su casa?

—Al otro lado de vías —respondió el señor Miyagi.

—¿Qué hace? ¿También busca petróleo? —dije con una sonrisa mientras cruzamos las vías.

El señor Miyagi rió, para luego decir.

—No todo ser lo que parece.

—Este lugar me recuerda a Newark, ¿Qué haremos aquí? —dijo Daniel despreocupado.

Entramos con la camioneta a una especie de casa. Había un patio delantero dónde se encontraban varios autos, muy bonitos por cierto, además de que el lugar estaba rodeado con una cerca de madera.

—Comenzar a entrenar. Mucho trabajo por hacer. Torneo llegar antes de que nos demos cuenta —respondió el señor Miyagi estacionando la camioneta dentro del lugar.

—Eso es lo que más temo —dijo Daniel algo desalentado.

Luego de bajar de la camioneta, pude divisar unas hermosas plantas que se encontraban justo enfrente de nosotros, eran grandes y tenían una mezcla de colores de entre verde y blanco.

—Ese profesor estaba loco, ¿Cree que pueda vencer a ese chico?

—Ah, no importa. La actitud de profesor loco estar en puño, estúpido, pero, ser así. Ganar, perder, no importa. Si hacer buena pelea, ganar respeto y nadie molestar —el señor Miyagi caminó hasta llegar a un lado de uno de los autos.

—Sí, o lo enterrarán cuando se caiga —reí.

—Dos maneras de solucionar problema. Esperar aquí —dijo el señor Miyagi para luego caminar hacia un costado de la casa y desaparecer.

Daniel y yo miramos hacia todos lados, el lugar en verdad era bonito.

Nos volteamos y comenzamos a indagar por un auto amarillo que se encontraba detrás de nosotros.

—Fantástico —dijo Daniel para sus adentros, fascinado.

Todo este lugar me daba muy buenas vibras, se sentía cómodo y tranquilo, era como si estuviera devuelta en New Jersey.

—Hai.

Seguíamos curioseando cuando escuchamos la voz del señor Miyagi, volteamos para ver qué sorpresa nos traería ahora.

Desde lejos, nos miraba con una sonrisa como de orgullo o aprobación, no lo sé. Fue un poco raro.

Mientras caminaba hacia nosotros pude ver qué en una de sus manos traía una cubeta. Con agua, supongo.

Me confundí un poco cuando ví la cubeta, pues, ¿Para qué querría eso?.

—Oh, señor Miyagi, nos olvidamos de devolverle esto anoche —dijo Daniel mostrándole dos bandas.

Son los pañuelos que nos puso anoche el señor Miyagi en la cabeza. Los que olían al excremento de un perro indispuesto.

Cuando los observé bien, me dí cuenta de que eran esas bandas que usan en la cabeza los chicos que hacen karate.

Siempre me pregunté para qué servían, ¿Para que no les caiga el sudor en la cara cuando pelean, talvez?.

—No, son para ustedes —respondió el señor Miyagi con una sonrisa amable.

in two wheels ; johnny lawrenceWhere stories live. Discover now