Capítulo 2: Un desastroso inicio lleno de expectativas (Kerrick)

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—Pero qué te pasa, Amy. Al parecer, no eres capaz de reconocer una grandiosa obra cinematográfica aunque la estuvieras viendo —me quejé, pero entonces pensé en lo que dije y comencé a reír—. No es mi culpa que tengas tan malos gustos.

—Eso es exactamente lo que yo te debería decir, Kerrick.

—Como sea... —me quedé callado mientras comía las últimas palomitas que quedaban en el plato— ¿Estás lista para mañana?

—Por supuesto que sí —respondió con una gran sonrisa, y sabía el porqué de la misma. Ella estaba decidida a encontrar un nuevo amor que al menos le durara el año escolar, pues había terminado con su último novio hace tan solo una semana porque descubrió que la engañaba con la mejor amiga de él—. Tengo grandes expectativas para estos siguientes diez meses. Pero dime, ¿por fin piensas darle una oportunidad a alguna de las chicas que están tan coladitas por ti?

—Quién sabe, quizá —suspiré—. Sería más fácil si no me importara que solo quieran estar conmigo por acaparar la atención de los demás.

—Estoy segura de que encontrarás a alguien que valga la pena —me abrazó—, y yo me encargaré de ello, lo prometo.

—Ojalá —fue lo último que dije antes de comenzar a ver otra película y seguir perdiendo las últimas horas de tranquilidad que me quedaban.

A las siete de la noche, el hermano de mi amiga pasó a recogerla. 

Como Mary, la encargada de las tareas del hogar, estaba preparando la cena, aproveché para buscar con antelación mi uniforme y plancharlo por mi cuenta. Quería comenzar a ocuparme de mis tareas, pues no siempre iba a tener a alguien que hiciera todo por mí, así que debía volverme más independiente, poco a poco.

Sobre mi cama ya estaban todas las prendas, y asimismo la plancha que le había pedido a Mary antes de subir a mi cuarto, la cual, debo aclarar, me quedó viendo con duda y temor cuando se la pedí, porque vamos, ella sabía muy bien que nunca llegué a utilizar aquel electrodoméstico y seguro creía que terminaría quemando lo que intentara planchar.

En el momento que iba a conectar el aparato, mi celular vibró por alguna notificación, así que lo revisé. Era un correo del colegio, enviaron un documento con las indicaciones para la ceremonia; la vestimenta, lo que se debe llevar, los puntos que se tocarán en la misma y otro montón de cosas. Pero lo que llamó por completo mi atención fue una sola cosa: la imagen que indicaba los puestos asignados para los cursos. Solo bastó observar a quiénes pertenecía la primera fila para que la molestia se apoderara de mí.

Volvía a suceder lo mismo de cada jodido año, pues los "perfectos estudiantes" del Bachillerato Avanzado volvían a acaparar como siempre los mejores lugares, y estaba completamente seguro que mañana se pasarían elogiándolos y dándoles una importancia que no merecían. 

Eran tratados como los malditos reyes del colegio; tenían los mejores salones de clases con su equipamiento correspondiente, no eran obligados a realizar ceremonias, no participaban en eventos, tenían más tiempo de descanso, se la pasaban haciendo campamentos o viajes que según ellos, eran para aprender sobre empresas, puros motivos académicos. 

Ellos se encontraban en la cima, como ya lo dije antes, eran los reyes en la jerarquía escolar, mientras que todos los demás solo éramos unos plebeyos. 

Una situación de lo más irónica, puesto que quienes estudiamos en el instituto, sin excepción alguna, fácilmente nos podríamos considerar unos reyes, si es que nos referimos al dinero.

Dejando los divagues de lado y volviendo al tema de mayor importancia, comienzo a pensar en alguna forma para acabar con aquella situación tan desigual, doy vueltas de un lado a otro, observo cada rincón de mi cuarto como si la solución a mis problemas fuera a aparecer por allí. Y entonces, por más tonto que suene, un muñeco me da la respuesta que necesitaba, en ese instante lo decidí: Este último año iba a ser diferente, me aseguraría que ese trato especial terminara de una vez y por todas, y por supuesto que sabía cómo lograrlo.

Mi ambedo, tu litost (#PGP2022)Where stories live. Discover now