22. Solo permítete derretirte

Start from the beginning
                                    

–Entonces, ¿Por qué eres así?– Estuvo en silencio por un rato, mirando a lo lejos, con la mandíbula apretada. Y luego me miró, estuvo sorprendentemente tranquilo después de que le hicieran una pregunta personal.

–Porque no soy nada más. Tú sí, Eleanor, tienes tu verdadero ser a lo que volver.

Lo miré por un momento, sin saber muy bien por qué estaba haciendo esto, por qué estaba tratando de ayudarme.

–No necesito tu ayuda– le dije. Volví a darme la vuelta, pero no me dejó. Me agarró del brazo y tiró de mí suavemente hacia atrás.

–¿Estás feliz, Eleanor? No te estás lastimando, pero ¿Estás feliz?– preguntó en voz baja. Quería dar una réplica rápida, pero no pude. Estaba mirandome tan intensamente, como si estuviera mirando mi alma y las mentiras se negaban a rodar más allá de mis labios.

–¿Y tú?– Yo pregunté.

No rompió el contacto visual. Se quedó mirándome con una mirada seria en sus ojos. ¿Por qué estaba haciendo esto?

–No, no lo soy.

–¿Por qué no?

–Porque no tengo motivos para ser feliz– No sabía muy bien qué decir a eso. Duele. Sentí dolor y ni siquiera era mío. No había sentido mi propio dolor en más de un mes.

–¿Puedo preguntarte algo?– preguntó. Asentí suavemente.

–¿Puedes mostrarme tu patronus, como lo hiciste una vez en el pasillo?– preguntó. Fruncí el ceño ante esta petición.

–¿Por qué?

–Solo hazlo, Selwyn– suspiró, una pequeña sonrisa tiró de sus labios. Saqué mi varita y la agité, murmurando el encantamiento.

Nada.

Lo intenté una y otra vez, pero no pasó nada. Había hecho esto cien veces, ¿Por qué no funcionaba? ¿Por qué mi cisne negro se había ido a dormir?

–Las nubes negras en tu mente están bloqueando los recuerdos felices. Es por eso que no puedes producirlo– dijo, envolviendo suavemente sus fríos dedos alrededor de los míos y empujando mi varita hacia abajo. Lo miré de nuevo y sentí una pequeña grieta en mi corazón. Un poco de dolor.

Relajé la tensión en mi cuerpo y sentí que finalmente podía exhalar ese aliento que había estado conteniendo durante semanas. Y entonces hice algo que nunca esperé hacer.

Abracé a Draco Malfoy.

Fue un impulso en el momento, pero no tenía ganas de dejarlo ir. Solo necesitaba a alguien que me sostuviera en este momento y ni siquiera importaba quién fuera.

Así que cuando también me rodeó con el brazo a regañadientes, me relajé y dejé escapar un suspiro tembloroso.

–Oye, está bien– murmuró Draco en mi cabello. Sabía que tenía muchos problemas para mostrar afecto, así que esto significó mucho para mí. Que me devolviera un abrazo sin siquiera gustarle fue algo que se ganó mi respeto.

–Solo tengo miedo– dije, mi voz terriblemente temblorosa. Traté de concentrarme en volver a controlar mi respiración. Tuve que recuperar la compostura.

–Lo sé– dijo Draco –Pero trata de no tenerlo– No estaba muy segura de lo que quería decir con eso, pero sentí que claramente sabía lo que quería decir. Él entendió.

–¿Crees que todavía puedo recuperarlo? ¿El fuego?– Yo pregunté.

–Por supuesto que puedes. Solo permítete derretirte– Cerré los ojos por un breve momento, repitiendo esas palabras en mi cabeza una y otra vez. Solo permítete derretirte.

–Gracias– dije mientras me alejaba, sacudiendo mi ropa –Perdón por invadir tu espacio personal de esa manera. Solo necesitaba un abrazo– dije, riéndome torpemente.

Se encogió de hombros y se apoyó contra la pared.

–Entonces, ¿Qué vas a hacer con Pucey?– preguntó.

–¿Qué quieres decir?– Fruncí el ceño.

–Oh, vamos, la fogosa Eleanor nunca lo habría dejado salirse con la suya de esa manera. Ella lo arrastraría a través del infierno y de regreso antes de empujarlo por un tramo de escaleras y luego revivirlo solo para poder torturarlo un poco más– se rió entre dientes. Me reí de la imagen. Definitivamente podía ver que eso sucediera.

–Pero siempre te vuelves tan fría cuando estás herida– continuó –Lo sé porque la mayoría de las veces yo soy la causa de ello. ¿Por qué apagas tu fuego?

Me encogí de hombros, sin saber la respuesta. Era algo que siempre hacía. Mantuve el ácido en mis vasos, dejando que me devorara lentamente.

–Creo que estás en tu mejor momento cuando eres fogosa. Tu presencia es conocida, pero las personas que la invaden se queman. Pero aun así tienes este tipo de calidez que atrae a la gente.

Estuve en silencio durante mucho, mucho tiempo. Realmente no sabía qué decir. Draco estaba siendo increíblemente amable y nunca antes lo había experimentado. Me dijo exactamente lo que necesitaba escuchar y no supe cómo responder.

–Malfoy, realmente aprecio esto– le dije –Necesitaba esto y, aunque no esperaba que fueras la persona que me ayudaría, estoy muy agradecida de que lo hayas hecho.

–Está bien, simplemente no se lo digas a nadie– dijo –Terminemos con esta patrulla– Asentí y me empujé desde el alféizar de la ventana. Apenas habíamos iniciado nuestra ruta, pero por primera vez no me sentí incómoda.

–¿Tienes nubes negras?– Le pregunté.

–¿Qué quieres decir?

–Dijiste que las nubes oscuras me hicieron fallar en la producción de mi patronus. ¿Tú también las tienes? Ya que dijiste que no eres feliz– Sabía que era una pregunta muy personal, pero realmente quería saber. Quería saber por qué no podía ser feliz. Quería ayudarlo como él me ayudó a mí.

–No– dijo.

–¿Entonces puedes producir un patronus? ¿Qué es?– Parecía molesto de nuevo, frunciendo el ceño profundamente.

–No quiero discutir esto contigo, Selwyn– gruñó. Tenía razón, no tenía derecho a hacerle preguntas tan personales. Le había contestado porque inconscientemente quería hacerlo, pero él no tenía por qué hacerlo.

–Lo siento, no debí haber preguntado eso– dije, frotándome los ojos. Ahora me di cuenta de lo cansada que estaba. Draco suspiró.

–No tengo patronus porque no tengo recuerdos que sean felices.

Un nudo se formó en mi garganta cuando escuché eso. Siempre había visto a Draco como un imbécil sin corazón, y tal vez todavía era un imbécil, aunque claramente no sin corazón, no le desearía eso a nadie, que no tenga recuerdos felices.

–Lo siento por eso. Espero que eso cambie para ti algún día– murmuré y lo decía en serio. Se encogió de hombros y continuamos nuestra caminata. Dejo que mi mente divague, repasando nuestra conversación de nuevo.

Solo había una cosa en mi lista de pendientes. Iba a destrozar a Adrian Pucey.

–Necesito tu ayuda con una cosa más– dije finalmente.

–¿Y qué sería?

–Quiero arruinar la vida de Adrian y creo que serías de buena ayuda– le dije, imaginando muchos escenarios entretenidos en mi cabeza. Tengo que ponerlo de rodillas sin tener ninguna repercusión. Tengo que jugar esto con cuidado y muy, muy desagradablemente.

–¿Y qué hay para mí?– Draco frunció el ceño.

–Oh, por favor, Malfoy. Vives para una buena demostración de poder. No vas a dejar que yo tenga toda la diversión.

–Supongo que tienes un punto– sonrió –Sugiero comenzar escribiendo a su madre, a ella le encantaría saber qué está haciendo su hijo– Esa fue una idea genial. Si la madre de Adrian se enteraba de que había maltratado a Eleanor Selwyn, hija de uno de los Sagrados Veintiocho, estaría acabado.

Adrian se arrepentiría de meterse conmigo.

𝐅𝐢𝐫𝐞 & 𝐈𝐜𝐞 |𝐃𝐫𝐚𝐜𝐨 𝐌𝐚𝐥𝐟𝐨𝐲| ✓Where stories live. Discover now