❝ El diamante más valioso del mundo ha sido robado. ❞
¿Quién pudo haber sido tan sagaz de lograrlo?
Jennie es una tipa "peligrosa", el principal objetivo de la policía en todo Corea del Sur.
Lisa es una joven pelinegra con una vida común y corriente...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Lisa tenía las manos juntas y hechas puños. Estaba tratando de tranquilizarse, lo único que quería era salir lo más pronto posible de aquella horrible calle, pero, al parecer su decisión se vio interrumpida al notar que un lujoso coche BMW blanco, frenó abruptamente ante ella.
—¡Lisa!
—¿DaeHyun? ¿Qué haces aquí?
—Lisa, Lisa te estuve buscando —salió del auto para acercarse a la chica.
—Y yo estoy en problemas.
—¡Ellos me golpearon por tu culpa!
—A mí me intentaron disparar —contó horrorizada.
—¡Se bebieron mi champagne caro!
—¿Quiénes?
—Los Agentes del Gobierno.
—Pero... ¿Por qué?
—Porque me dijeron que ahora trabajas para Shin.
—¡¿Quién es Shin?!
—La mano derecha de Gwon —respondió una tercera voz.
—¡¡¿Quién es Gwon?! —exclamó la tailandesa con desesperación.
DaeHyun indicó con su mentón que volteara a ver detrás. Lisa respingó levemente del susto al ver otra vez a la castaña.
—¿Disculpe quién eres tú?
—Es ella. Es la razón por la cual te golpearon y a mí casi me disparan —habló con rapidez—. Jennie. ¿Qué estás haciendo aquí?
—¿Jennie? ¿Quién es Jennie? —insistió DaeHyun.
—La que va a golpearte si no cierras la boca de una vez —respondió mientras se ponía frente al contrario. Posó su mano en aquel hombro, tratando de intimidarlo—. Ahora escucha con atención. Me llevaré tu auto.
DaeHyun se deshizo del agarre tan pronto como que escuchó aquello.
—¿Disculpa? No te atrevas a mirar mi auto —la señaló acusadoramente—. O tendré que romperte las manos. Soy cinturón verde en Kung Fu y Karate —se puso en posición de defensa—. Mi patada voladora es tan rápida que puedo knockear a un pájaro en el aire.
Jennie bostezó y sin esperar más, le disparó en la pantorrilla. Haciendo que este se doblara de dolor. Lisa gritó horrorizada y llevó sus propias manos a su cabeza.
—¡¿Por qué le disparaste?!
—¡Me disparó! —sollozó.
—Lisa, entra al auto ahora.
—¿Por qué le disparaste a él?
—¿Por qué me disparaste a mí? —repitió llorando.
—Lisa, siéntate en el auto —la tomó suavemente por los hombros.