Capítulo 22

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Narra Dimitri
8 años atrás

El físico de una persona es modificable en casi todos los aspectos posibles. La tecnología se ha vuelto impresionante a tal punto de volver real cualquier fantasía. Compañeros han cambiado de apariencia casi después de cada misión, sus rostros no vuelven a ser como los de antes y si no fuera por las marcas, difícilmente se podrían identificar de nuevo. Todos... a excepción de ella, Cero.

Su tez es en extremo pálida, su cabello tan rubio que parece blanco y sus ojos verdes y rápidos como los de una fiera. Su físico parecía no tener algún error de no ser por la monstruosa marca que diferenciaba a los despertados. Era la muñeca de la organización, tan perfecta en cada misión que era imposible que quedara con vida alguien o algo capaz de difundir su apariencia, lo cual era una ventaja, ya que su cuerpo era tan fuerte que difícilmente aceptaba toxinas, por lo tanto, el cambio en su apariencia tenía tiempo límite.

Nunca hablaba con nadie, y no se dejaba ver mucho. Pero había algo que ella y yo compartíamos incluso sin interactuar demasiado. No sé en qué momento surgió, si fue natural o efecto secundario de algún tratamiento, pero de vez en cuando podía sentir sus emociones y ella las mías, al igual que algunos recuerdos. Lo preocupante empezó cuando ella fue capaz de ver a través de mis ojos.

Teníamos que hablar. Habíamos cruzado palabras un par de veces. Pero teníamos que resolver nuestras dudas, así que con el corazón latiendo fuerte, capaz de ser escuchado por otros. Caminé a dónde estaba.
Era el jardín de la organización, el lugar donde por al menos unas horas podíamos tener paz. Éramos los únicos en dicho espacio pues nuestro piso, es de los que las personas además de cierto personal no pueden y evitan acceden, manteniéndonos alejados de todo. La luz artificial parecía adorar su belleza, ya que de todo lo agradable en aquel jardín, ella era lo único que destacaba, brillando, y como siempre hipnotizando a quien la viera. Su cuerpo era cubierto de pies a cabeza con el traje negro propio de ADRET, el cual por alguna razón era distinto al de todos los demás, parecía que se había creado con el fin de servirle a ella y su comodidad.

Levantó su mirada en cuánto sintió que me acercaba, a unos diez metros de mí, su cuerpo se había tensado pero aún no volteaba. Reduje la distancia entre nosotros y tomé asiento a su lado evitando buscar su rostro.

—Ella dice que podríamos confiar en tí, suele sentirte mucho más que yo y aún no lo comprendo —Habló primero para mi sorpresa, su voz era dulce, propio de una niña —No quería que fuera yo quien hablara, pero es demasiado impulsiva, y si la dejaba sola podría hacer algo de lo que nos arrepentiríamos luego. No es buena controlando sus emociones y no puedo entenderla demasiado ya que me oculta muchas cosas. Quiere protegerme, y yo deseo conocerte, me intriga la cantidad de cosas que puedes sentir.

Se refería a mis...¿Emociones?

Y cuando hablaba de otra persona.

¿Quien era ella? Parecen ser muy unidas.

Acaso era... No. No lo creo, ella debía de estar en lo más profundo de esta construcción. De no ser así solo serían rumores.

Por primera vez sus ojos miraron directo a los míos. Y si bien decían que mis ojos eran tan poco comunes que parecían los de un fenómeno, los suyos podrían compararse con los de una bestia, la bestia más hermosa que podría existir. Brillaban de una manera inigualable, el verde más claro que había visto en mi vida estaba en su mirada. Parecían cristalinos, tanto como el agua del manantial más puro.

—Llegamos a la conclusión de que por muy extraño que parece solo podemos confiar en el otro. Porque sabríamos inmediatamente si alguno lo engaña. Es nuestro vínculo, es lo que nos une.

Conexiones OscurasWhere stories live. Discover now