Cap 2: Despido Involuntario

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Advertencia: Contenido sensible -Tort@#@s

Katherine empujó la pesada puerta de roble de la sala de reuniones con determinación temblorosa. Un escalofrío recorrió su espalda al adentrarse en el espacio. El eco de sus pasos resonaba como un tambor, acelerando el latir de su corazón al observar a su jefe.

—Buenas tardes, señorita Fishers —el empresario saludó con una sonrisa que apenas ocultaba su mirada fría—. ¿Por qué tan asustada si aún no hemos llegado a la mejor parte?

Katherine se dejó caer en una silla que parecía tener espinas ocultas bajo su tapizado. Sus ojos escudriñaban el suelo en busca de respuestas entre las vetas del parquet, como si pudieran revelar los secretos que tanto atormentaban su mente.

—Tu imagen como actriz ha sido demasiado polémica para las masas —señaló el jefe—. ¿Estás segura de querer esa reputación problemática? En algún momento, los inversionistas se hartarán de ti.

La calma se volvió asfixiante, pero Katherine permaneció callada, consciente de los secretos que pesaban sobre sus hombros. Sin embargo, la atmósfera cambió bruscamente cuando el jefe se tornó más hostil, La chica luchaba por reprimir un grito, sabiendo que sería castigada por sus acciones.

De repente, un asistente se acercó y conectó cables a sus brazos, provocando una descarga eléctrica. El dolor la atravesó como fuego líquido, convulsionando cada fibra de su ser".

El dolor la atravesó como fuego líquido, convulsionando cada fibra de su ser. Un grito desgarrador se ahogó en su garganta mientras todo se volvía borroso, distorsionado por el tormento.

—Tu actitud es problemática, Katherine —la voz del empresario perforó su conciencia—. ¿Por qué no vuelves a ser la ingenua soñadora que solías ser? Siempre habrá una versión más joven, delgada y obediente.

Katherine levantó la cabeza a pesar del miedo. Su orgullo no podía ser destruido.

—¿Y si puedo cumplir con lo que exiges? —expresó confiada—. A mis 27 años, aún puedo ser relevante en esta industria. Hollywood tiene ejemplos de mujeres de mi edad que triunfan.

El golpe del jefe resonó como un trueno en su rostro, seguido por una risa macabra. Un ardor desgarrador se extendió por su mejilla, mientras la sangre teñía su boca y un diente se desprendía.

—¿Qué puedes ofrecer, princesa? Ya no eres el cisne blanco, has caído de categoría —expresó el señor de mediana edad—. Tus acciones te han convertido en un patético cisne herido, sin gracia ni relevancia para esta empresa.

Katherine escupió el desecho y se humedeció los labios con agua. Al menos estaba aliviada de que su sangre fuera roja y no de otro color.

—Ahora no puedes defenderte, querida —comentó el jefe—. Ahora tu labial rojo no luce bien.

El sistema de su trabajo categorizaba en tres niveles: Cisne blanco, aspiracional; cisne herido, amenazado a perder sus privilegios; y cisne negro, sacrificado por desobediente.

—¿No tengo opción de redención? —su voz sonó ahogada.

—Aún tienes salvación, no has caído al nivel del cisne negro —dijo el antagonista.

En ese momento, la melodía del "Lago de los Cisnes" inundó el aire, recordándole su papel como proyecto cisne.

Sabía que cada movimiento a partir de ese instante podía sellar su destino. Y en un instante aterrador, los gritos y forcejeos le trajeron la imagen de la adolescente misteriosa.

El corazón latía agitado, debía cuidar cada movimiento. Si no lo hacía, sabía lo que le esperaba.

—Por ejemplo, Catia —señaló el jefe—. Es un cisne negro.

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