Fragmento del Infinito 1: Circulo Irrompible

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Era una obra de tragicomedia con una duración extremadamente larga. Una obra a la que era difícil aplicarle escalas de tiempo comprensibles para un ser humano.

Ella no era humana, así que podía comprender la obra. O al menos esa era su línea de pensamiento.

Ella los había estado viendo con interés desde el terrible inicio en un mundo oscuro y vacío donde solo esas dos existencias enfrentaban sus ideales.

Primero, la existencia masculina. Era un simple mortal condenado a lo más bajo de lo bajo en una escala de poder que aparentemente había alcanzado su tope de lo absurdo.

La segunda, la existencia femenina. Alguien que había alcanzado el pináculo de la magia hasta convertirse en Dios Mágico que cambiaba el mundo una y otra vez a su antojo hasta perder el que se suponía sería el punto de retorno.

Fue durante una eternidad que los vio enfrentarse.

El universo podría haber muerto en un Big Freeze y renacido en un Big Bang cientos, miles o millones de veces durante el enfrentamiento entre ambas existencias

Un bucle que inicia en un mundo oscuro, plano, sin colores o sonido alguno.

Un mundo perfecto.

... ... ...
... ... ...

5to Otoño.

Existió un mundo perfectamente imperfecto.

Simplemente se despertó en ese lugar, sabiendo que había entrado al mismo mientras trataba de conciliar el sueño.

Lo único que le parecía extraño es que no había rastro alguno de la malhumorada mujer rubia que usaba un parche.

Vagó por una tierra abandonada donde las únicas existencias biológicas eran plantas y animales, los únicos rastros de que alguna vez existió una cosa como la raza humana eran las grandes ciudades que yacían abandonadas a merced de la naturaleza y una cantidad inusual de esqueletos apilados en gigantescos fosos a las afueras de dichas ciudades.

Llegado cierto punto, cuando las hojas se habían vuelto naranjas, cafés y el clima era húmedo en exceso por quinta vez, se aburrió de este silencio. No era lo que buscaba, era un silencio incomodo, como si esperara a que en cualquier momento alguien le dijera algo y aunque eso la molestaría, sería mejor que esto.

Así encontró la determinación para no caer en un mal sueño que la haría despertar malhumorada cuando el escenario volviera a cambiar. Buscaría a la aterradora mujer rubia del parche y le diría que volvieran al inicio, a ese mundo perfecto.

Incluso si tenía que ofrecerle una serpiente como había hecho con otros antes.

7mo Invierno.

Alguien estaba aquí.

Ambos se miraban con curiosidad.

El hombre era alto, con una piel gruesa y bronceada como prueba de su intenso trabajo bajo el sol. Una larga cabellera oscura adornaba su cabeza como una lujosa corona a la vez que portaba una poblada barba un poco mal recortada. Sus ojos azules se veían cansados, apagados, casi perdidos en las fauces de la locura.

Tenía 15 años cuando se quedó solo.

Cuando toda la raza humana a excepción de él sucumbió a una enfermedad letal.

Desde aquel fatal evento habían pasado 29 años. El hombre lo había olvidado, pero hoy era el día en que esa fatalidad cumplía un año más.

La última persona en estar a su lado fue una chica más alta cuyo nombre ya no podía recordar, solo sus hermosos ojos, un listón blanco para su largo cabello y la espada que alguna vez uso. Una espada que guardaba con recelo en un altar para aquellos que lo acompañaron hasta el final pero que cuyos nombres se habían perdido en el umbral de una demencia que lo devoraba con cada maldito día que pasaba.

Cierta Ilusión de un Dragón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora