Inevitablemente Kim cayó del transporte, llegando al primer nivel de la autopista, sosteniéndose a tiempo del cable que unía los grandes postes. Respiró profundo, pero antes de siquiera incorporarse, vio como el inicio de aquel cable empezó a romperse, haciendo que el cuerpo de Jennie se balanceara tal cual Tarzán en una liana.

El movimiento culminó, haciendo que se volviera a elevar hasta llegar al segundo nivel de la autopista. Vaya fue su suerte al caer bruscamente en el techo del carro que Lisa estaba manejando.

La tailandesa gritó asustada.

Motocicletas empezaron a seguirlas, todos al mando de la camioneta en la que iba Kwang ahora.

Jennie se las arregló, como pudo abrió la puerta y se apoyó ahí. Más autos aparecieron detrás de ellas y una bala pasó cerca suyo.

La mayor bufó y sacando su pistola, dio media vuelta con seguridad para de una buena vez disparar.

Un par de balas cayeron exactamente en la llanta de una camioneta, haciendo que esta se volteara atrozmente y se hiciera añicos. Bastaron segundos para que explotara en todo su esplendor.

Resopló y esta vez decidió meterse al fin al coche.

—¿Puedo conducir yo?—la extranjera la miró titubeante—. Confía en mí.

Lisa asintió torpemente y se escabulló hacia los asientos de atrás, Jennie tomó el volante con rapidez y pisó el acelerador.

Condujo hasta la entrada de un pasadizo, lo suficientemente ancho como para poder ingresar. Varios disparos se escucharon y la gente que merodeaba por ahí empezó a huir con pavor.

Las camionetas no pudieran entrar, a excepción de la de Kwang y de las demás motocicletas que se movían a toda velocidad.

Destrozaron carretas de frutas, grandes baldes de agua e incluso violentaban con las personas que obstruían el camino, llegando a lastimarles levemente por el roce de los transportes.

—¡Aumenta la velocidad, joder! —mandó Kwang, haciendo que pudiera chocar contra el auto que estaba adelante y que obviamente era de Jennie.

Lisa solo rogaba por tranquilidad, algunos gritos salieron de su boca y es que la situación lo meritaba y temía no salir con vida.

La coreana manejaba con precisión, esquivando ciertos carros que estaban estacionados a los costados del coche. Lástima para los que lo seguían, ya que al no contar con tan buenos reflejos chocaron estrepitosamente y volcaron al instante.

Lisa abrió la boca sorprendida al ver aquello y Kim solo le sonrió con suficiencia.

Algunas motocicletas se detuvieron, pero otras lograron dar un gran salto y seguir con la persecución.

—¡Ya no quiero seguir aquí! ¡Detén el auto! —gritó Lisa.

Jennie siguió acelerando, muy pronto aquel pasillo culminó, volviendo a entrar al cruce de una autopista. No dejó de manejar hasta pasar la cruz y frenó en seco, dejando el coche de lado. 

—¿Qué haces? —se alarmó al notar como los motociclistas se acercaban a ellas—. Je-Jennie —tocó desesperadamente sus hombros—. M-mira, ellos.

Y justamente cuando aquellos tipos estaban casi cerca, un camión pasó con rapidez, arrollando a las motocicletas al instante.

Lisa contuvo el aire por unos segundos, quedó totalmente sorprendida. ¿Eso fue suerte? Miró a la castaña y esta solo le sonreía con normalidad.

La camioneta en donde venía Kwang llegó, chocando levemente con otro auto. Ambos transportes frenaron cerca.

—No salgas del auto —avisó, abriendo la puerta, mas fue ignorada al notar que la pelinegra fue más rápida que ella y salió del coche.

—¡Ayuda! ¡Ayuda, esta mujer está loca! —gritó asustada, elevando sus brazos al aire.

Disparos llegaron cerca a sus pies, haciéndola detener abruptamente para dar la vuelta y correr hacia Jennie de nuevo. Rápidamente se escondió detrás del coche en el que estuvo.

Agarró el borde de la chaqueta de la mayor y su rostro ya era todo un dilema.

—¡Estoy contigo, estoy contigo!

—Lisa. ¿Qué te dije?

—Que no saliera del auto.

—¿Y qué hiciste?

—Salí del auto.

—Bien, entiende esto. O estás a salvo conmigo —golpeó levemente su pecho con el arma—. O,  estás "a salvo" con ellos —hizo comillas con los dedos—. A salvo conmigo o-

—Contigo, contigo —se apresuró a interrumpirla mientras tocaba su pecho.

—Muy bien, ahora sostén esto —le entregó su arma. Levantándose un poco y entrar al coche.

Lisa asintió y cogió la pistola con miedo. Disparos volvieron a sonar y Jennie fastidiada le quitó el arma para apuntar a uno de ellos, dejando que la bala cayera en la frente de este y lo matara al instante.

—Por favor deja de matar gente —rogó mientras volvía a tener el arma entre sus manos. Mientras Kim volvió a lo suyo, dio vuelta al asiento del coche y sacó un francotirador—. Ya no mates más... —sus palabras se ahogaron al ver semejante cosa.

—¿Estás en shock? Lo entiendo —sonrió con simpleza—. Tu espera aquí y yo iré a explicarles algo —Lisa asintió descolocada—. Bueno, en realidad. ¿Sabes qué? No voy a mentir. Solo voy a disparar —sonrío levemente. Sacando sus gafas oscuras y mirándola fijamente—. Por cierto, conduces realmente bien. Hoy haz salvado nuestras vidas y yo solo quiero que lo sepas —volvió a ponerse las gafas y se acomodó los oscuros mechones—. Ahora espera aquí, ya vuelvo.

Recargó el arma y sin más salió de frente a disparar. Acabando con todos y cada uno de ellos.

Disparó en un lugar estratégico de la camioneta y esta explotó efusivamente. Haciendo que todo lo que le rodeaba empezara a arder descontroladamente.

Jennie se detuvo y dando media vuelta, caminó con cierta gracia, seguridad y lentitud, con una media sonrisa dibujada en su rostro al saber que había ganado el día. Su aura desprendía elegancia y su paso era tal cual chica apuesta y galante.

Cuando al fin llegó al coche, se sorprendió al no ver a Lisa.

Como lo supuso, se había escapado.

Como lo supuso, se había escapado

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The wonseog | JenlisaWhere stories live. Discover now