35 - El después del adiós

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Lo que no estaba en sus planes era que comenzara a sonar una canción de Abel Pintos. Una que con su letra llegó hasta una fibra muy profunda de su sentir que hizo que las lágrimas que estaba conteniendo obtuvieran más fuerzas.

"¿Cómo tanto amor pudo hacernos tanto mal? No se como encontrar un rincón en el mar para ahogar la mitad del olvido..."

Su corazón se estrujó por completo. Porque ahí estaba lo que no lograba entender. ¿Cómo era posible que con tanto amor, con tanto esfuerzo y voluntad de ambos no pudieran seguir juntos? ¿Cómo era posible que la distancia pudiera con algo tan fuerte como lo era el amor que se sentían? ¿Cómo era posible que la única salida fuera alejarse?

Suspiró profundo y se sacó los auriculares. Secó sus lágrimas y se obligó a respirar, a pesar de la presión horrible que sentía en el pecho.

A los pocos minutos logró calmarse, justo para poder darse cuenta que estaba cerca de su destino. Bajó en la parada y caminó las dos cuadras que la separaban del apartamento de Frida.

—¡¿Qué te pasó?! ¿Te hicieron algo? —le dijo preocupada apenas la vio.

Y Olivia no pudo hacer más que reír. ¿Tan mal se veía?

—Nada que pueda arreglarse.

—¿Pero qué pasó? —volvió a preguntar después de cerrar la puerta.

Olivia se sentó en una silla y suspiró. No sabía si podría hablar de eso, pero lo intentó.

Tomó aire, sintió el nudo en su garganta, hizo fuerzas para no llorar y finalmente, lo dijo.

—Tadeo y yo hemos terminado —su voz se cortó al final y tragó saliva para disipar la presión. Pero no fue suficiente. Nuevas lágrimas comenzaron a caer y su amiga fue al rescate con un abrazo.

—Estarás bien.

—No sé si quiera estarlo.

—No digas eso.

—Es que lo amo.

—Pero está lejos y les estaba haciendo mal.

—Pero no sé si fue la mejor decisión.

—Lo irás descubriendo con el tiempo.

—Duele mucho.

—Lo sé. Sanarás a recetas y salidas, ¿si? A partir de ahora nada de quedarse encerrada, te sacaré a recorrer toda la ciudad.

Olivia sonrió entre lágrimas. No tenía ganas de salir, pero agradeció tener una amiga con tantas ganas de salvarla de aquella caída libre.

***

El día pasó entre recetas y varias risas junto a su amiga. Luego fueron juntas al instituto y allí su mente logró despejarse por completo. Fue en el camino de regreso a casa, con el sol ya escondido en el horizonte, cuando su mente volvió a traer los recuerdos de Tadeo. Mientras estaba en el autobús, se dispuso a mirar las fotografías que tenían juntos, sabiendo que no sería fácil eliminarlas... Tampoco quería hacerlo.

Algunas le regalaron una sonrisa y otras, con recuerdos más fuertes y sensibles, provocaron algunas lágrimas.

Cuando llegó a su casa había logrado calmarse, pero aun así quería estar a solas. Así que caminó directo hacia su habitación.

—Olivia. Espera —era la voz de Pato que venía desde el comedor.

Se paró en seco, pero no se dio vueltas. No quería tener que dar más explicaciones por el estado de su rostro.

Una parada en Colonia BasiliaWhere stories live. Discover now