David había invitado a Remus a venir al centro de investigación de su equipo, y cuando llegaron David se apresuró a presentarlos a todos. Elaina Ross era su líder, un ave de trueno de más de 700 años, que era tan inquisitiva como decidida. Y el último proyecto que les había hecho emprender era resolver la maldición de los hombres lobo mordidos. Los otros cuatro miembros de su equipo, Quinn, Roan, Alicia y Moragan se apresuraron a dar la bienvenida a Remus al redil. Sus preguntas se volvieron progresivamente más intrusivas, pero Remus se lo tomó con gracia, respondiendo a cada pregunta con la perspectiva desapegada de un científico dando un informe.

No pasó mucho tiempo antes de que los siete estuvieran revisando todas sus notas de investigación, y Remus se adaptó a su dinámica como un pez al agua. Y por la mirada de Elaina, David pudo ver que un contrato de trabajo estaba en el futuro de Remus.

Lucius estaba sentado en uno de los sillones de su estudio, Severus estaba sentado frente a él, ambos con un vaso de barril de roble un escocés en la mano

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Lucius estaba sentado en uno de los sillones de su estudio, Severus estaba sentado frente a él, ambos con un vaso de barril de roble un escocés en la mano. -Que tu lado de criatura se haya desatado así debe haber sido un shock-, afirmó Lucius entre sorbos. Lucius aún estaba furioso por lo que había pasado su amigo. Durante mucho tiempo había creído que Severus lo odiaba por alguna razón, pero saber que había sido esclavizado y obligado a comportarse de la forma en que su hijo había informado era intolerable para Lucius. Haría todo lo posible para ayudar a su amigo y parte de eso era reavivar su amistad.

Lucius se sentía horrible por no haber hecho más por su amigo, por haberse limitado a aceptar la distancia de Severus. Así que ahora haría todo lo que pudiera para ayudar al hombre sentado frente a él. Aunque no pudo evitar poner mentalmente los ojos en blanco ante el enamoramiento que su hijo creía mantener oculto y agradecer que su amigo pareciera no darse cuenta. Al menos podía mirar a Severus a los ojos y saber que no estaba fornicando con su hijo.

-Me siento aliviado de que las ataduras se hayan roto por fin-, confesó Severus mientras tomaba otro sorbo de whisky. La noche después de que Severus llegara a la mansión Malfoy, Lucius había forzado, con toda la delicadeza posible, a Severus a hablar de lo que había sucedido. Incluso se había derrumbado delante del mayor, y Lucius lo sostuvo torpemente entre sus furiosas lágrimas.

Estuvieron sentados en silencio durante un rato más, el crepitar de la chimenea cercana y el movimiento de las telas era lo único que interrumpía la tranquilidad. Finalmente, Lucius habló mientras dejaba su vaso vacío en la mesa auxiliar cercana. -Puedo ponerte en contacto con un draken amigo mío para que te ayude a controlar tu lado de criatura, si lo deseas-.

Severus se limitó a asentir secamente, sin querer admitir que necesitaba ayuda en ese aspecto.

Severus se limitó a asentir secamente, sin querer admitir que necesitaba ayuda en ese aspecto

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