Capítulo 4: Security Blanket

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Cuando Harry se despertó después, unas pequeñas manos le acariciaban el pelo. Supuso que era Issy, ya que había un zumbido musical, y se acurrucó en su calor. -Buenas noches, Harry, has estado dormido durante las últimas seis horas, ¿tienes hambre?- susurró Issy.

-Normalmente no duermo tanto-, murmuró Harry, completamente relajado bajo las cálidas mantas. Era tan suave que lo único que quería era fundirse en la cama y no salir nunca de ella. Hacía un rato que se había despertado y repasado toda la información que había aprendido ese día. Había sido duro, y acabó llorando durante la mayor parte del tiempo. Lo más difícil para él era conciliar que el fénix que conocía como Fawkes fuera una persona y que Dumbledore mintiera sobre tal cosa. ¿Por qué iba a hacer algo así? ¿Por qué sentiría la necesidad de hacerlo? Y con lo molesto que estaba el fénix cuando le preguntaron por ello y cuando le obligaron a marcharse, Harry no entendía qué estaba pasando.

Pensar que el mismo hombre que le había salvado de su infierno personal haría algo así le trajo todos los recuerdos del director a la cabeza. Le dio vueltas a todas sus interacciones, repasándolas con un peine de dientes finos. Cuanto más pensaba en ellas, más se hundía su corazón.

Las dos cosas más condenables fueron cuando le había rogado que le dejara quedarse en Hogwarts durante el verano y cuando el director había llevado a Harry directamente a su despacho en lugar de al ala del hospital durante el segundo año. Ni siquiera recordaba que Dumbledore le hubiera preguntado si estaba bien. Harry sabía que después de aquella primera conversación al final de primer curso debería haber dejado de confiar en el hombre, pero por alguna razón desconocida eso no había sucedido. Harry trató de pensar en por qué había aceptado lo que obviamente era una excusa débil, pero no podía explicarlo. Comenzó a discutir con el anciano cuando éste había dicho que estaba seguro de que los Dursley querían a Harry y que sólo estaba exagerando los castigos. Pero entonces, por alguna razón desconocida, Harry lo había aceptado.

El malestar creció dentro de Harry, burbujeando hasta que finalmente cayó en un sueño inquieto.

Ahora que estaba completamente despierto, con Issy acurrucada junto a él, se sentía lo suficientemente seguro como para seguir confiando en el director. Al menos no hasta que tuviera otra oportunidad de hablar con el fénix.

La puerta de la habitación en la que se encontraba se abrió con un débil clic. Tanto Issy como Harry se sentaron, Issy soltó una risita mientras trataba de alisar el pelo de Harry. -Ya casi es la hora de la cena. Lyle tuvo que salir inesperadamente a trabajar, así que Bartok le ayudará llevándote al comedor. Sin embargo, todos los demás estarán allí. Tiptop se emocionó mucho al saber que por fin estás listo para salir de tu habitación-. Issy divagó mientras lo guiaba desde la cama. Harry se rió de su excitación.

-La cena suena bien, Tiptop es una cocinera maravillosa-. Dijo Harry mientras su estómago le rugía ruidosamente. Bartok soltó una carcajada, con un aroma ahumado que salía de él.

-Sí, ahora que puedes oír y que te mantienes despierto durante más tiempo pensamos que era hora de que salieras del dormitorio. Espero que te guste cuando lo veas. He ido de compras para que tengas algunas cosas. Ya sabes, para que te sientas cómodo...- Issy volvía a divagar pero una voz grave la cortó.

Harry estuvo a punto de interrumpirse, sin entender a qué se refería ella cuando decía que le había comprado cosas. No entendía por qué ella decía tal cosa.

-Muy bien Issy, ¿qué tal si le avisas a Anna que Harry está fuera de su cama y que se unirá a nosotros para cenar? Ella tendrá que coger sus pociones-. Bartok sugirió, puso una mano en el hombro de Harry para hacerle saber lo cerca que estaba el mayor. Issy soltó un alegre -Ok- antes de salir corriendo de la habitación. -Está muy emocionada de tenerte aquí. Ahora, ¿qué tal si te limpiamos?- Harry asintió, permitiendo que unas grandes manos lo guiaran hacia el baño. Harry sabía que Bartok era mucho más grande que él, así que ignoró el malestar que sentía al tener a alguien que se cernía sobre él.

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