Capítulo 14: Ripples

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Una vez que se calmó de nuevo, colocó su mano en el retrato, justo encima de donde se unían las manos de Lily y Jame. Forzando la magia a través de su palma y hacia el cuadro antes de que pudiera seguir postergándolo.

Ambos agitaron los ojos, pasando de estar rígidos y en blanco a fluidos y llenos de vida. Una vez que se centraron en él, sonrieron, pero estaba lleno de tristeza, y Sirius no pudo detener las lágrimas que comenzaron a correr por sus mejillas.

-Oh, Siri-, empezó Lily, James llorando también. -Lo sentimos mucho-.

Sirius ahogó una carcajada parecida a un ladrido -¿Lo sientes? No, Lils, el que lo siente soy yo, les he fallado... Harry él...- Sirius se tapó la boca para intentar detener sus sollozos,

-Pads... está bien, lo sabemos-, dijo James entre sus propios sollozos, deseando poder acercarse a su mejor amigo, que había pasado por un infierno. Él y Lily se arrepentían de no haber hecho más para que se supiera que Sirius era sólo una distracción. Pensaron que habían cubierto todas las bases con sus testamentos, pero habían sido sellados.

Lily y James se habían dedicado a vigilar a Harry, Sirius, Remus y Neville. James había pasado muchas horas vigilando a Sirius, interponiéndose entre su hermano y los dementores, haciendo lo posible por amortiguar los efectos de las viles criaturas. Era la única razón por la que Sirius no se había vuelto tan loco como su prima. James se culparía para siempre de lo que le había pasado a Sirius, y sólo podía rogar el perdón de su hermano.

Pasaron horas llorando, riendo y lamentando sus pérdidas. Sirius hablándoles de lo maravilloso que era Harry, de lo mucho que Sirius lo amaba y de lo que deseaba haber estado allí para verlo crecer. Prometió que nunca más dejaría a Harry solo, que estaría allí cuando James y Lily no pudieran.

Lily le contó a Sirius todas las cosas buenas que había visto mientras cuidaba a Harry, sobre lo inteligente que era, y amable, y cómo había hecho unos amigos estupendos. Le contó a Sirius las travesuras en las que se había metido con esos gemelos pelirrojos. De lo contenta que estaba de que Harry y Neville hubieran vuelto a conectar y de lo bonita que había sido su unión.

Cómo deseaba Lily que Alice y Frank estuvieran allí para verlo. Pero lo feliz que estaba de ver ahora a sus amigos en un lugar mejor para ayudarlos a sanar. Lily había pasado mucho tiempo al lado de Alice y Frank, contándoles cómo estaban Neville y Harry. Le dolía incluso pensar en el prolongado sufrimiento de sus amigos, la muerte habría sido mucho más amable. Al menos ella y James pudieron ver crecer a su bebé.

Sacudió la cabeza, el pelo rojo brillante voló golpeando a James mientras lo hacía, intentando detener la oscuridad que invadía. Él la miró con un gesto de sorpresa, aliviando automáticamente sus preocupados pensamientos. Ella tomó toda su tristeza y la canalizó en rabia.

-Sirius-, dijo Lily, captando la atención de ambos, -Como padrino de Harry dejaré a tu tierna merced que te vengues del viejo cabrón por nuestro hijo y por nosotros-. El cabello de Lily comenzó a volar a su alrededor, James rodeó su cintura con el brazo, acunando el costado de su vientre para comodidad de ambos.

-Sí, Sirius, haz caer toda la fuerza del castigo de los Black sobre los enemigos de nuestra casa-, gruñó James, lleno de la rabia que había acumulado durante años, teniendo por fin una forma de llevar a cabo su venganza. Habían pasado años hablando de lo que le harían a Dumbledore cuando finalmente muriera. Qué torturas le harían pasar por sus manos.

El rostro de Sirius se torció en una sonrisa, que recordaba inquietantemente a Bellatrix en su máxima expresión. -Por qué Jamesy, Lily Flower, sería un honor para mí. Y conozco a los hombres que pueden ayudar-.

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