DOS | 🌷

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CHLOE

El sábado, lucho por no aferrarme más al calor de las sábanas y tras oír las risas de mi hermano Alberth en el piso de abajo, me obligo a salir de la cama. El sol ha salido ya, y allá afuera seguro hay personas esperando a verme para hablar de lo que sucedió ayer.

Soltando un suspiro de frustración, me froto un poco los ojos antes de terminar mirándome al espejo y las grandes ojeras que tengo tras haber llorado hasta quedarme dormida. Con algo de valor y un poco de convicción, lavo mi cara y cepillo mi cabello, cubro mis ojeras con un poco de maquillaje y le doy una sonrisa a mi reflejo de cuerpo completo, en dónde las fotos con mis "amigos" aún continúan en el marco, mi rostro parece feliz pero solo es un gesto vacío por lo que practico hasta que logro créermelo para que mi familia lo haga también.

Abajo, ya están desayunando en el comedor con platos de huevos cocidos, pan tostado, panqueques y jugo de naranja. Me percato de que en mi lugar ya está un recipiente esperándome como todos los días y me animo un poco tras ver la sonrisa de mi abuela Margareth, alegre y siempre dispuesta a contagiar su felicidad a los demás.

Es increíble.

-¿Adivinas quien ha llegado a Montreal? -Mi padre ajusta sus lentes rectangulares al tiempo que sostiene el periódico de las grandes letras blancas imposibles de ignorar: The Globe and Mail.

Mi hermano Alberth teclea en su celular como cada vez que estamos en la mesa.

-No, pero supongo que va a decirme. -Deja el móvil sobre la mesa antes de dar un trago a su café y morder uno de los panqueques.

Mi abuela frunce el ceño un momento antes de tomar asiento al otro lado de la mesa, junto a Alberth y beber de su té.

Yo considero aplicar un poco de mermelada de fresa a mis hot cakes pero una vez más como siempre, lo descarto y termino aplicando crema.

Afortunadamente con el maquillaje no quedó rastro de tristeza en mi cara o mi padre ya estaría haciendo mil preguntas como muchas veces.

-Quien llegó hace un par de días y no de visita -mi padre sonríe a Margareth que le devuelve el gesto con gentileza- sino para quedarse una temporada, es nada más y nada menos que mi amigo Andrew y la familia completa de los Louvre.

Bajo la mirada con poco ánimo de comer pero el interés de no enfermarme o sufrir dolores de cabeza al bajar mi presión surte efecto. No quiero que mi abuela se preocupe más de lo que ya lo ha hecho antes.

-Claro, por ello es la fiesta de ésta noche. -Mi hermano se ríe por fin despegando las retinas de la pantalla -la semana pasada me lo contó pero lo olvidé.

-Y que bueno que te lo recordé. -Afirma Alexander tomando de la taza de café color azul. -Hoy es una noche para que la familia haga nuevos amigos.

Los ojos marrones de mi padre se posan en mi abuela Margareth y en mí que no he dicho nada desde que llegué a la mesa. Ella da otro trago a su té de hierbas de arándanos antes de mirarme por el rabillo del ojo y girarse hacia Alexander.

-Estoy completamente de acuerdo, hacen falta nuevos amigos aquí.

Corto las delgadas rebanadas de pan en mi plato y sé por lo que ha dicho que claramente se refiere a mí y es lo más probable por todo lo de ayer.

Afortunadamente el Lunes no iré a la escuela pues estoy en periodo vacacional, sino en definitiva sería una verdadera pesadilla toparme con Damien y Avery en los pasillos, que las chicas hablen a lo lejos aún mirándome a los ojos y el tipo de cosas que suceden cuando te sientes una extraña para el mundo.

Tulipanes para NavidadWhere stories live. Discover now