UNO | 🌷

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Dime lo que estás esperando
Dime a qué le temes
¿Qué estás jugando?
Las semanas siguen pasando
Meses, años, lustros te he esperado

Décadas podrían pasar
Dime cuánto debo esperar
Yo que vine y tú qué no estás
Tulipanes

-Enjambre


***

La felicidad existe pero como tantas cosas, no siempre es como esperamos y en un sendero tan oscuro no habría alcanzado un solo rayo de luz.

No fue difícil empezar a ver a Damien -mi mejor amigo- como dicho rayo luminoso pues era un chico genial que le agradaba a todo mundo y tenía una respuesta para todo. Con él compartí dos años de la universidad y lo quise mucho, si me pedía un favor siempre le ayudaba y si me pedía saltar de un barranco lo hacía, porque era increíble.

Damien Sufler y yo, nos conocimos apenas pasé al segundo año de la universidad y nos llevamos bien instantáneamente pues aunque era sociable no se reunía con mucha gente en los días libres.

Con el tiempo y poco a poco me fui dando cuenta de que lo que entre nosotros había no era simplemente una relación de amistad, así le platiqué a Avery -mi mejor amiga- que confirmó que tanto Damien como yo, estábamos en el mismo canal y queríamos lo mismo, que los chicos a veces tardan en confesar éstas cosas y al parecer, él aún no se atrevía a decirme, así que esperé el momento pero nunca llegó.

Al menos, no como lo esperé por tanto tiempo.

Una tarde durante las vacaciones de verano me dirigí a su casa en la que había organizado una fiesta estudiantil por su cumpleaños, imaginé que seguro habría algo de gente y cerveza. Hacía frío por lo que me abrigue y llegué buscando a mi amigo, quería felicitarlo y contagiarlo de alegría en un abrazo muy fuerte, pero al cruzar por la gran multitud me llevé la peor sorpresa que pudieron haberme dado.

Ahí estaba Damien en medio de la música, rodeando a una chica que besaba mientras me daba la espalda. Quería pedirle que dejará de hacerlo pero con los segundos que transcurrieron sin que se soltaran, supe que no tendría que ocultarme y mis ojos se hicieron acuosos poco a poco.

En ese momento quería correr, ir lejos pero mis pies no respondían y solo quería llamar a mi amiga Avery para decirle cómo me sentía y no fue, hasta que tras unos segundos descubrí de quién era el brillante pelo rubio de la chica que besaba a Damien. Mis ojos se abrieron y ante la decepción me solté a llorar ahí mismo, algunos de los presentes se dieron cuenta y me señalaron, otros miraron preocupados mientras que el resto se burlaban entre murmullos.

Mi amigo interrumpió el beso y se giró para impactar sus retinas oscuras con las mías, lo mismo que su pareja; Avery. Su expresión pasó de la alegría a la preocupación y pude leer sus labios hablándome en medio del bullicio pero yo, llena de tristeza y decepción no aguanté más y salí corriendo hacia fuera.

Quería ir a casa, estar sola y desaparecer del mapa.

Avery sabía de mis sentimientos por Damien y pasó por encima de ellos. Hubiera entendido el verlos juntos si nadie supiera lo que yo sentía, pero elegí confiar al compartirlo, ella lo sabía.

En medio de mis impulsos, ignoré como un auto estaba a punto de pasar y me silbaba, al tiempo que Damien me jalaba del brazo, haciéndome caer de vuelta a la acera de su casa.

Tulipanes para NavidadWhere stories live. Discover now