Prefacio

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Me prometí miles de veces que no respondería a sus llamadas.

Juré al vacío que ignoraría sus mensajes pero sin embargo, me sorprendía a mi mismo cada mañana revisando el celular con la esperanza de ver una notificación de su parte. Pasaron días, luego se convirtieron en semanas de agonía en que trataba de curarme de la intoxicación de su veneno.

Cuando finalmente me sentí libre y mi mente parecía haber eliminado cada recuerdo que tuviera su sombra, la razón de mis tormentos apareció con un simple mensaje.

<< ¿Te puedo llamar? >>

Mi corazón latió con fuerza en ese momento.

Había imaginado numerosas veces como sería esta escena. En la mayoría me forzaba a borrar el mensaje y continuar con mi vida pero en otros escenarios, respondía y le demandaba respuestas.

Sin embargo, sé que a esta persona le disgusta el drama. Hacerle una escena solo conseguiría alejar su atención.

Una atención que me había viciado desde el principio. No sé lo que siento pero sé que no es amor, tampoco obsesión. Quizás se trata de una dependencia tóxica que he desarrollado porque pocas veces consigues a alguien así de interesante, genuino, hechizante, con tantos misterios y retos, que mi ego anhela ser el primero en resolver.

Probablemente sólo quiero demostrarle algo, tal como enseñarle que estos juegos me van muy bien y que no me importa que el intercambio sea mi cuerpo. Ambos estamos en un juego peligroso que puede que termine condenando a uno de los dos, pero que al paso que vamos, soy yo quien está más cerca de perder la cordura.

<< Sí>> respondí de forma seca y al minuto de enviar el mensaje, mi celular vibró indicando que tenia una llamada entrante.

—Hola—fue lo primero que dije al contestar.

—¿Quieres venir al Suite Hotel Millar?

Su simple voz causa un hormigueo en mi espalda. Siquiera me molesto porque no preguntó sobre cómo había estado desde su ausencia, o como estuvo mi día. Tampoco lo esperaba, no es de su estilo preguntar ese tipo de cosas.

—¿Cuándo?—me limito a preguntar. Siento el corazón queriendo salir por mi garganta.

—Ahora.

Escucho música fuerte a través del teléfono. Suena como si hubiera una fiesta y mucha gente conversando. Probablemente está en un evento, lo cual podría justificar el porqué me ha llamado pues quizás esta bajo los efectos del alcohol.

—¿Ahora? —respondo después de meditar por unos segundos.

—Mandaré un taxi por ti—dice sin rodeos—. Cuando llegues a recepción diles que te he invitado, te darán una llave y te guiarán a mi suite.

—¿Crees que no tengo nada que hacer ahora?—las palabras escapan de mi boca y me arrepiento al segundo. Lo último que quiero es que note mi enojo y que ella es la responsable. No quiero que sepa que aún tiene ese poder sobre mi.

—Por favor.

Mi corazón se congela y mi mente grita al escuchar como su tono ha cambiado a lo que parece ser una suplica.

—Estaré ahí—respondo, hechizado por su tono de voz.

—Bien.

Sin decir más, lo siguiente que escucho es el sonido de que la llamada ha terminado.

<<¿Pero qué acabas de hacer?>> susurra mi conciencia sintiéndose traicionado.

Se suponía que las cosas habían terminado pero ahora, hay un taxi rumbo a mi casa para buscarme y encontrarme con su majestad.

AuroraWhere stories live. Discover now