Cap. 8

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Yunho dejó dinero suficiente en la mesa para pagar la cuenta, más una propina, y salió tras Jaejoong tras recoger su chaqueta. Odiaba verlo tan dolido. Lo odiaba. Y era culpa suya por haber dicho algo así.

Cuando salió a la calle, Jaejoong estaba apoyado contra el coche con la cabeza gacha. Suavemente Yunho le colocó la chaqueta sobre los hombros, abrió la puerta del copiloto y murmuró:

Entra. Las noches de primavera son frías.

Obedeciendo, porque ¿qué otra opción tenía?, Jaejoong se metió en el coche mirando hacia abajo y él cerró la puerta y rodeó el coche para colocarse tras el volante.

La velada había sido un completo desastre. Había pretendido convencerlo de una vez por todas de que era inocente de todos los cargos contra él y Yunho había tirado por tierra todo lo que había conseguido decir, como si todo aquello estuviese por debajo de él, obviamente convencido de que había hecho bien contactando inmediatamente con la agencia para la que trabajaba para ponerlo en la lista negra por ser un ladrón.

¿Qué esperanza tenía de hacerle creer algo que no quería creer? ¿Por qué gastar su aliento intentándolo?

Jaejoong sintió cómo él giraba la cabeza para mirarlo y cerró los ojos con fuerza.

Lo siento. No pretendía sonar censurador sobre el hecho de que te mudaras con ese tipo ― dijo Yunho, y Jae abrió los ojos de nuevo.

Sintió cómo la ira, potenciada por el alcohol, le subía por la espalda ante aquella supuesta disculpa. Tenía una bajísima opinión de él y se aferraba a su convencimiento, haciéndolo pasar por el tipo de docel que viviría a costa de un hombre a cambio de favores sexuales. ¿Sería por eso por lo que pensaba que iba a ponerse a dar saltos ante su proposición de matrimonio? Apretó las manos con fuerza sobre su regazo mientras miraba por la ventanilla.

¿Por qué ibas a sonar censurador? ― preguntó de pronto ― Tú, de todas las personas, debes de comprender lo que es tomar aquello que se te ofrece. Se te da bastante bien, por lo que yo recuerdo.

¿Qué quieres decir? ― preguntó Yunho con voz serena.

¿Es que tengo que deletrearlo? ― preguntó Jae, y al obtener el silencio como respuesta, continuó ― Crees que todo el mundo es como tú. Ves algo tentador, algo fácil, y te lo quedas.

¿Ahora me acusas tú a mí de robarles cosas a otras personas? ― dijo Yunho con ironía.

Peor. Robas corazones y luego los destrozas.

En cuanto lo dijo, Jaejoong deseó poder retroceder y comerse las palabras. Se llevó la mano a la frente.

Ya lo sabría sin ninguna duda. Sabría que él había hablado en serio cuando había dicho que lo amaba, y que no se trataba de la típica aventura de verano. Sabría que su estúpido corazón se había visto involucrado en todo ese asunto.

Si a eso le añadía la manera en que su cuerpo había reaccionado recientemente a su tacto, incluso a su mirada, sabría también que seguía desesperadamente enamorado de él. Y sabría que podría manejarlo a su antojo y hacer que se casara con él, cualquier cosa con tal de poder estar con él, y él nunca sería capaz de escapar de Yunho y conseguir una vida tranquila para él y para Changmin lejos, muy lejos.

¡Llévame de vuelta! ― exclamó Jaejoong, y deseó no haber nacido cuando su humillación se hizo aún mayor y las lágrimas comenzaron a resbalar por sus mejillas.

Yunho puso en marcha el motor y comenzó a conducir, sintiendo que todas sus sospechas habían vuelto a tomar fuerza. Miró a Jaejoong con los ojos entornados y el ceño fruncido.

Del odio al matrimonioDove le storie prendono vita. Scoprilo ora