—¿En serio esto es necesario?

—Para que no cometas estupideces como la última vez —interviene Tania

—Exacto

—Bien —respondo y en mi mente rezo para que llegue la ayuda, uno de los números de emergencia era Lucrecia la inspectora a cargo del caso de este ser que tengo enfrente.

—Tania, tú vas de primera —Ella asiente y se dirige a la puerta, la sigo y justo detrás de mío se encuentra Richard

Tres autos negros se encuentran frente a mi casa, nos dirigimos a ellos cuando por ambos lados de la calle, aparecen las patrullas de policía y siento un ligero alivio al ver que mi plan de emergencia funcionó. Richard me toma del brazo y me lleva hasta uno de los autos, abre una de las puertas y de un empujón que provoca entro, pegándome en la cabeza con la puerta del otro lado, la toalla cae a un lado por lo que no sirvió para amortiguarlo, al instante disparos empiezan a sonar, me quedo hecha oruga en el asiento trasero porque tengo claro que no deseo más ninguna bala en mi cuerpo que aún se encuentra en recuperación.

Disparos y gritos se escuchan permanezco estática y con los ojos cerrados tan fuerte que me comienza a dolor la cabeza. Revivo en mis pensamientos el pasado, ese día en el que me tocaron si mi permiso, esa noche en la que huí de la casa por primera vez pero unas manos me atraparon y me durmieron, luego viajo al instante en que los disparos comenzaron y en mi mente solo estaba la oportunidad de escapar de ser libre y terminé con un disparo que de milagro no me dejó paralitica de por vida, corrí con suerte, cierto por eso no quiero seguir tentadora así que me quedo quieta mientras la angustia, la tristeza y el dolor de esos recuerdos se apoderan de mí. Siento unas manos que me tocan y preguntan por mí, abro los ojos y ahí está ella Tania

—Abigail —grita desesperada

—Vamos hay que huir —veo por no de los cristales y tengo una vista de todo lo que ocurre afuera, los hombres de Richard caen uno a uno, se encuentran acorralados y sin salida, solo es cuestión de tiempo que se queden sin balas

—¿Pero y Richard? —digo mirándola

—Si llegamos al lado de la policía no podrá hacernos nada, vamos —dice extendiéndome su mano, corremos lo más rápido que podemos agachadas par ano llamar la atención de los colombianos, los disparos se detienen y ambas nos detenemos y miramos atrás.

—¡Abigail! —grita mi verdugo mirándome a lo lejos, al parecer solo quedan dos de sus hombres, la policía pide que rinden

—Es ahora o nunca —le digo a Tania —tenemos que cruzar la calle y llegar al otro lado

—Eso nos expondrá, si nos mantenemos aquí ocultas nos verán

—Pero también pueden alcanzarnos —Veo como el loco obsesionado conmigo me gusta, mientras sus hombres disparan a la policía

—Vamos —me dice

—Segura

—Sí —le extiendo mi mano

—Juntas —Ella sonríe y me da su mano —A la cuenta de tres

—Uno —dice

—Dos

—Ahora —presiono su mano y con una velocidad que no sabía que poseía tiro de ella, al otro lado de la calle, disparos se escuchan pero los ignoro y continuo porque aunque solo tardo unos segundos para llegar a la policía, para nosotros pasan tan lentos que parecen un maldito infierno. La mano de Tania me suelta, miro atrás y la veo detenerse en seco, la veo sin entender, hasta que sangre comienza a brotar de su boca, y yo suelto un grito de terror.

Una manos me toman por detrás y caigo sobre mis rodillas a la misma vez que el cuerpo de Tania, ella me ve y siento el mismo miedo que tiene.

—No, no, no, no —repito sin parar mientras lágrimas brotan de mis ojos, quiero ir a ella, pero un policía me aguanta.

—Esto no es tu culpa —dice y de inmediato otro oficial corre a ella, impidiendo que se pegue en la cabeza contra el suelo

—¡Tania! —digo balbuceando. Todo a mi alrededor pierde sentido, observo todo pero es como si no estuviera ahí, los hombres que corrieron a ella, hacen todo para impedir que pierda más sangre de un disparo que recibió

—Hora de la muerte 6:34 de la tarde

—No puede ser —digo en voz alta pero es más para mí que para otra persona, escucho una ambulancia y mientras permanezco en el suelo llorando ocurre mucho movimiento a mi alrededor. Recuerdo a Richard, el culpable de todo esto y ahí me percato de que sus hombres se encuentran esposados, al igual que él, peor con un disparo en un brazo.

—Abigail —dice la voz de Lucrecia, se acerca a mí y me tapa con una manta, es ahí cuando me doy cuenta que me encuentro en albornoz justo en medio de la calle, temblando —. Ven conmigo —dice y me ayuda a levantarme —Ya todo acabó

—Tania... está muerta

—Lo siento mucho —dice y me abraza, no me niego porque justo ahora es lo que necesito —Vamos un médico te va a revisar

Me guía hasta una de las ambulancias y ocurre mucho movimiento a mí alrededor, pero mi mente se encuentra torturándose una y otra vez con el rostro de Tania, ensangrentado y cayendo al piso mientras dice que no es mi culpa, pero como no creerlo cuando por mi culpa se vio metida en toda esta historia. Las lágrimas corren por mis ojos y no sé cómo detenerme, lloro en silencio hasta que llega Alexa, me abraza y finalmente suelto todo lo que tengo dentro

Lluvia de BesosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora