Capítulo 6

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Para su suerte, se encontró con uno de sus vecinos, que lo acercó hasta la casa, dejando a un lado del establo el paquete que Marion le entregó para poder teñir el traje que tenía casi a terminar, no sería difícil conseguirlo, confiaba en sus habilidades y en que no sería descubierto. Solo tenía que mantenerse al margen de todo para que su madrastra no le pusiera alguna excusa de no ir.


Al llegar a la casa, le entregó los trajes a la matriarca de la familia, quien fue atacada por sus adorables hijos, se apresuraron en ver lo que se pondrían aquella noche, faltaban solo tres noches para aquel baile, y él también debía poner las manos a la obra. Después de que la mujer hablara, conforme con su trabajo, se apresuró a ir a terminar de cocinar para que pudieran almorzar, haciendo que sus días regresaran a aquella rutina.


Los días habían pasado con rapidez, la noche tan esperada por todos había llegado. Los Tremaine estaban listos para poder ir al baile real; la emoción de los mellizos era notable, y la madre de ambos estaba dispuesta a hacer notar a sus hijos porque los deseos de grandeza de aquella familia eran muy grandes. La ambición de la mujer no conocía límite alguno, llegando a envenenar a sus hijos con aquellos pensamientos.


El bailarín se sentía orgulloso de él mismo después de haber conseguido teñir de forma correcta el traje sin que nadie se diera cuenta de nada. Le costó un poco más que nada porque tenía que hacerlo a escondidas de todos, y agradecía de que los hermanos fueran lo suficientemente tontos como para sospechar de algo, porque era consciente de que de inmediato lo delatarían con su madrastra.


El castaño había escondido su traje para el baile en el establo, sabiendo que ninguno de los tres se acercaba a aquel lugar, así que allí estaba a salvo. Con algunas telas había llegado a ocultar las prendas entre la paja para que nadie pudiera encontrarlo, y siempre recordaba donde lo había puesto porque de alguna forma, su caballo se lo recordaba con algún tipo de movimiento.


— Hazelnut... Ese nombre es un poco... Femenino, ¿eres acaso una yegua? —Preguntó Minho en voz alta, claro, ahora empezaba a hablar con animales. ¿Qué demonios esperaba? ¿Que el caballo entablara una conversación con él y le contara la historia de su vida?


El joven de hebras castañas continuaba cepillando el pelaje del corcel, que no era una yegua por si alguien se había quedado con el pendiente, era por el color que tenía que se asemejaba al de las avellanas, y como suena mejor como Hazelnut, se quedó con ese nombre.


— Espero que tú no hayas podido escuchar eso, de todas formas tienes un bonito nombre, igual que tú. —Respondió Minho, haciendo que el caballo soltara un relincho que provocó las risas del joven, recibiendo un sutil golpe contra su mejilla. Era la primera vez que interactuaba con un caballo, y le resultaba todo nuevo.

Trapped in a fairytale ¦¦ BanginhoOù les histoires vivent. Découvrez maintenant