Despedida

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Light se acercó al lavamanos para abrazar por detrás a Ryuzaki, que estaba humedeciéndose el rostro con agua templada. Este le respondió con una sonrisa sincera y colocó los brazos sobre los suyos, apretándolos con fuerza contra su abdomen descubierto. Ambos se miraron a través del espejo durante largos minutos, casi perdiendo la noción del tiempo, hasta que L decidió romper el silencio.

"Light. Quizás deberíamos volver con los demás."

"No, aún no. Por favor, Ryuzaki, espera. Solo un poco más..."

Light hundió su nariz en el cuello de L y tomó una profunda inhalación. Quería memorizar aquel olor tan agradable, una mezcla perfecta entre ropa limpia y dulces, y atesorarlo en sus recuerdos para siempre. No sabía cuánto tiempo pasaría hasta la próxima vez que estuvieran juntos de esa manera, quizás horas, incluso días; tenía que estar preparado.

"Me gusta tu olor, Ryuzaki. Hueles a ropa limpia y dulces."

"Puede que sea el suavizante que usa Watari."

Light levantó su rostro ligeramente para dirigir su mirada al ruborizado detective, que sonreía con timidez. Verlo de aquella manera, feliz, lo hizo reflexionar sobre lo mucho que había evolucionado su relación. Finalmente, Ryuzaki había dejado de comportarse de forma fría e inexpresiva con él; ahora no tenía miedo a mostrarse tal y como era, con lo bueno y con lo malo. Por eso, ver aquella sonrisa, por tímida o sutil que fuera, adquiría un valor incalculable para él.

"Tendré que rogarle a Watari para que me revele la marca que utiliza.", bromeó el castaño.

Ambos dejaron escapar una sonora carcajada al unísono; sin embargo, aún a pesar de las risas, Light se percató enseguida de que la felicidad de L no era completamente verdadera. En cuestión de segundos, el detective cambió su sonrisa por una mueca de tristeza y desvió la mirada hacia el suelo.

"Ryuzaki, ¿qué ocurre?"

"¿Sabes, Light?", comenzó este, después de tomarse una breve pausa. "Adopté el nombre de Ryuzaki después de un caso muy complicado que resolví en Los Ángeles hace un tiempo. El asesino empleaba ese mismo nombre."

"Ya veo. No tenía ni idea.", reconoció. "¿Preferirías entonces que te llamase L?"

"No es eso. Es solo que me gustaría decirte mi nombre real. Pero tampoco me emociona que me mates."

Light enmudeció por unos segundos. El verdadero nombre de Ryuzaki; de L. Hasta hace unos días, hubiese matado por conocer la verdadera identidad del detective; sin embargo, aunque todavía deseaba saberlo, sus objetivos habían cambiado de forma drástica. Ya no quería conocer su nombre para borrarlo del mapa, sino para descubrir más del hombre del que estaba enamorado.

"Ryuzaki, me encantaría saber tu nombre, pero no quiero que me lo digas desde la desconfianza."

"¿Y desde dónde debo decírtelo, Light?"

"Necesito que confíes en mí."

"No es nada fácil confiar en un asesino de masas."

Por fin había llegado: la conversación pendiente que habían evitado hasta ese mismo instante. Aquella sería su única oportunidad de convencer a L de que, detrás de todos los juicios que estaba llevando a cabo, no había más que intenciones nobles. Estaba seguro de que lo entendería; al fin y al cabo, el sentido de la justicia del detective era muy similar al suyo.

"El mundo está podrido, Ryuzaki, y tú lo sabes mejor que nadie. Solo yo tengo el poder para cambiarlo."

"¿Cambiar el mundo? ¿Qué hay de ti, Light?", preguntó el detective, con evidente escepticismo. "¿Te consideras una buena persona, después de acabar con tantas vidas?"

EspiralWhere stories live. Discover now