Heaven

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Si era cierto que las miradas hablaban, la de Light tenía que estar gritando a los cuatro vientos que era inocente.

"Por favor, Ryuzaki, necesito que me creas. No soy un asesino."

El rechazo de L lo había sumido en una desagradable espiral de emociones. Los pensamientos se agolpaban en su mente, desordenados y confusos. Se sentía dolido, furioso, frustrado. Todo por su absoluta incapacidad de ganarse la confianza del detective.

"¿No vas a decir nada?", preguntó, al borde de la desesperación.

Ryuzaki entreabrió su boca para responder, pero no lo hizo; al menos, no con palabras. En lugar de eso, salvó la pequeña distancia que los separaba para rozar tímidamente sus labios.

Aquel simple y delicado roce fue suficiente para que Light perdiera la razón. Incapaz de resistirse, deslizó la mano por detrás de su nuca y lo acercó más hacia sí. Por fin, su lengua se adentró profundamente en la apetecible boca del detective, que dejó escapar un erótico sonido contra sus labios.


¿Por qué los labios de Ryuzaki le resultaban tan endemoniadamente adictivos?

¿Cómo había podido vivir resistiéndose a aquello tanto tiempo?

¿Por qué parecía que su corazón se le iba a salir del pecho de un momento a otro?


Preguntas como estas se sucedían en su cabeza, unas detrás de otras, pero no fue capaz de encontrarles respuestas con sentido. Aquel beso estaba arrancando de él una sensación que no había experimentado en toda su vida: su cuerpo entero temblaba en señal de anticipación; su piel ardía, deseosa por sentir el tacto y el calor de L; su miembro crecía precipitadamente entre sus piernas, casi como si tuviese vida propia.

Ryuzaki fue el primero en separarse, obligado a cortar el apasionado beso por la falta de aire.

"Light-kun... Es la primera vez que... Nunca he estado con alguien... así.", balbuceó, casi sin aliento.

"Está bien, Ryuzaki." respondió el castaño, mientras trazaba dulcemente el perfil de sus labios con las yemas de los dedos. "No te preocupes por eso."

A decir verdad, la perspectiva de ser el primero, el único, no hacía más que acentuar sus ya insoportables ganas de poseerlo. 

Ryuzaki, que parecía conocer perfectamente lo que estaba pasando por su cabeza, le devolvió una mirada lasciva. Lentamente, separó los labios y atrapó su dedo índice entre ellos para comenzar a succionarlo de manera sensual.

"Joder..."

Joder. Eso fue todo lo que consiguió decir mientras una especie de corriente eléctrica sacudía todo su cuerpo. Ya no podía soportarlo más. De un enérgico empujón, arrojó al detective sobre la cama.

"Se acabó el juego. Vas a ser mío, Ryuzaki...", dijo, con voz ronca.

Light se acercó despacio, con movimientos calculados, como si se tratase de un feroz animal acechando a su presa. Lentamente, se acostó encima de L y apoyó los antebrazos a los lados de su cabeza. Sin dejar de clavar su mirada en los atentos ojos del detective, enredó los dedos en su cabello para propinarle un fuerte tirón.

"Vas a hacer todo lo que yo te diga, ¿entendido?", ordenó, mientras mordisqueaba el labio inferior de Ryuzaki.

"Ah... S... Sí..."

EspiralWhere stories live. Discover now