Capítulo 26: Mundo de sombras

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Estaban amarradas una a la otra con las espaldas unidas entre sí y mirando a ambos lados del fantasmagórico lugar. Una gruesa cuerda les rodeaba el pecho y descendía en estrechos círculos alrededor de los hombros y brazos para finalizar en sus manos, y en este punto, el dolor era más fuerte debido al nudo que habían hecho con brusquedad y muy poca compasión.

Lauri Maddison seguía inconsciente con la cabeza apuntando hacia abajo y el corto cabello empapado en sudor se adhería a su rostro y tocaba parte del tórax que ascendía en intervalos irregulares y pausados. Muy cerca de su ojo izquierdo se extendía una mancha rojiza que ya se había secado producto del fuerte golpe que había recibido horas antes cuando un desconocido la tomó por detrás con fuerza y le propinó un golpe seco que le nubló la visión y todo su entorno.

En el momento que Carla Brown (su prometida) le había llamado, Lauri comprendió que debía acudir rápidamente hasta donde ella se encontraba a como de lugar. Le había parecido muy extraño que le pidiera que fuera a su casa a esas horas de la noche. Era algo muy impropio de Carla, pero lo que le preocupó más fue el hecho de que llorara por vía telefónica. Carla Brown era muy fuerte. Jamás lloraba. Y sí lo hacía era porque verdaderamente las cosas no iban del todo bien.

Esa noche todos yacían en sus habitaciones, así que Lauri, que se había escapado de la Mansión Maddison en múltiples ocasiones salió de puntillas por el corredor y tomó la salida de la cocina que daba al patio posterior y evadiendo la seguridad principal salió de la fortificada pero igualmente franqueable mansión.

Había llamado un taxi que esperaba a varios metros más allá de su casa por lo que una vez que se introdujo, dio la dirección y el auto se enfiló por la fría y solitaria carretera.

Carla Brown no vivía muy lejos. Había ido en dos ocasiones y la verdad le gustaba mucho ese lugar. Era muy hermético y solitario. Dos cosas que Lauri siempre creía: le proporcionaba la comodidad que su hogar no tenía. Por el contrario, Carla le gustaba más la Mansión aunque a decir verdad, había ido solamente una vez.

El auto se detuvo y Lauri bajó rápidamente. El primer indicio de que las cosas no estaban del todo bien la sorprendió cuando observó que las ventanas estaban a oscuras. Eran las <<12:21 A.M.>>, lo cual le pareció muy extraño.

El hogar de Carla Brown era grande pero sin exagerar como la Mansión Maddison. Tenía una verja ornamentada en la entrada principal y no habían guardias de seguridad como en su casa. Encima de los puntiagudos y lustrosos metales que formaban la verja se podía leer una pequeña inscripción:

Familia Brown


El segundo motivo de duda hizo que Lauri se detuviera a pensar, justo al percatarse que la verja estaba entreabierta. Se acercó, con sigilo. Su corazón latía rápidamente y por su columna vertebral se extendía un extraña corriente eléctrica.

Entró por el espacio de las rejas metálicas y notó como algo llamó su atención. Era un líquido, abundante y rojizo. Estaba esparcido sobre el suelo de piedra. Lauri miró detalladamente y se dio cuenta de que era sangre.

Dio un traspiés.

Tocó el enorme seto de la entrada que se enfilaba hasta la puerta de la casa y tuvo miedo. Mucho miedo.

Sacó su teléfono e intentó llamar a Carla.

Entonces, unos fuertes brazos la tomaron por la espalda y un olor quemante se extendió por su cara cuando alguien le colocó un trapo húmedo directamente en su nariz. Le ardió la vista e incluso el mundo mismo.

Todo se nubló.

Luego, llegó el golpe y la oscuridad se cerró sobre ella.

Entonces, se desmayó.




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