Carta VII

3.8K 656 650
                                    

Tu habitación está en el lugar más accesible de esa pocilga a la que llamas "casa": primer piso, parte de atrás, ventanas sin barrotes, prácticamente no hay vecinos cerca.

Grita "róbenme" por dónde mire, agradece que no soy ladrón.

Las cosas se pondrán oscuras para ti si continúas con esa actitud. Podría descubrir cualquier secreto y exponerlo, tengo acceso a todas tus pertenencias.

¿Por qué usas un perfume tan extraño? Huele a chica.

—Lev Sillent.

• ────── ✾ ────── •

Cada mueble posee una fina capa de polvo ensuciando la superficie. Se nota que no limpia en días, lo cual es preocupante. Aunque debo ser honesto: su gusto en decoración es aceptable. La cama se ubica en el centro, con mantas grises, bien estiradas. Todo el pequeño lugar tiene matices claros, dando cierta apariencia de limpieza (cuando obviamente necesita barrer lo antes posible). Pero también puedo observar la esencia de Liend: estantes con libros variados, los cuales desconozco, un escritorio blanco donde se encuentra su computadora, cuadros vanguardistas por doquier y una dudosa colección de botellas. 

¿En esto te fijas, Flora?

Qué desperdicio.

—Todos escondemos algo, Liend —murmuro caminando por la estrecha habitación—. Es parte de nuestra naturaleza, un mal hábito hereditario, corrosivo. —Sonrío—. Y averiguaré el tuyo, podré utilizarlo para mantenerte lejos. 

Un ruido hace que mi sangre se congele, alertándome. Escucho fuertes pasos retumbando entre las paredes, logrando que el suelo de madera vibre. Rápidamente corro hacia un armario, abriendo sus puertas y metiéndome sin pensarlo. Intento acomodarme sobre la ropa cálida del bastardo, sintiendo cómo mi respiración comienza a acelerarse. Inhalo profundamente, intentando calmar los nervios.

Tranquilo, su ropa no está sucia, la acabas de oler hace unos minutos.

—Mierda, olvidé el libro para historia —aquella molesta voz se hace presente, más pasos apresurados resuenan—. ¿Qué?... —Se detiene—. Otra carta del imbécil.

Este imbécil partirá tu jodida pierna.

La puerta comienza a abrirse lentamente, haciéndome entrar en pánico. Temo mover algún músculo y que él me note, pero parece no darse cuenta. Consigo verlo por este escaso espacio, sosteniendo mi carta mientras apoya su cuerpo contra el escritorio.

—¿Pocilga? —Arruga su respingada nariz—. Seguramente sea un niño mimado.

—¿Cómo acabas de llamarme? —susurro apretando los puños, enseguida me tapo la boca con ambas manos. Liend está tan absorto leyendo que, milagrosamente, no notó mi descuido.

Lo detesto.

¿Quién se cree que es para decirme "mimado"?

Bien, reconozco que mi familia es de una buena posición económica, pero eso no significa que sea mimado. Mamá trabajó duro durante años, ella se ganó cada centavo, y nos cuidó. Él debería cerrar su petulante boca.

—¿Sería mejor llamar a la policía? —pregunta inclinándose hacia atrás. 

Tener antecedentes penales complicaría mi objetivo de ser el hombre ideal para Flora.

—Sillent podría ser peligroso. —Se humedece los labios.

Y lo soy.

—Pero es tan lindo.

Y lo... ¿Qué?

Seguramente escuché mal, son los nervios que me tienen así. No, Rain Liend jamás pensaría que soy lindo, nadie lo hace.

—Hormonas estúpidas —habla desconcertado—. Que sea atractivo no le quita lo imbécil.

¿Él piensa que soy atractivo? 

Aquí algo no cuadra y creo saber qué es.

Está analizando la competencia: desea conquistar a Flora, y conoce mis intenciones, por ello necesita determinar qué tanto puedo atraerla. Rain Liend no consigue ocultar esos tortuosos sentimientos, tal como lo imaginaba. Su presencia es una clara amenaza, él sin saberlo acaba de iniciar nuestra guerra.

—¿Por qué olió mi ropa? —Sus mejillas se ponen rojas, distrayéndome.

¿Le da vergüenza?

Cartas Irreverentes |BL| ©Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu