Carta III

4.2K 743 1K
                                    

¿Te atreves a preguntar quién soy? 

Hace años que vamos al mismo instituto, imbécil.

Y conseguir tu dirección fue sencillo, no deberías compartir tanta información en las redes sociales.

Alguien con malas intenciones podría encontrarte, Liend.

—Lev Sillent.

• ────── ✾ ────── •

Tomo el autobús, mis piernas están entumecidas por haberlo esperado tanto. No importa, valió la pena salir cinco horas antes para conseguir un buen momento donde poder entrar en el patio trasero de Liend. Miro hacia los asientos sucios y descuidados, preguntándome qué necesidad tienen algunos imbéciles de manchar todo con sus grasosas comidas.

—¿Boleto estudiantil? —pregunta Jordan, el conductor.

Su gran barriga, barba descuidada y apestoso olor, muestra lo poco que se preocupa por verse presentable. No soy una eminencia del buen vestir, pero andar tan mugroso debería ser ilegal.

—Ten. —Se lo entrego con cuidado de no tocarle las gruesas manos.

—¡Aquí, Lev! —grita alguien, enseguida reconozco la molesta voz: es mi mejor amigo. Levanto mi vista, encontrándome al tonto rubio haciendo señas.

—No seas escandaloso. —Camino hasta el infame asiento a su lado. Me siento con incomodidad, pensando en la cantidad de culos mal lavados que se restregaron aquí.

¿Qué tiene la gente en contra de bañarse? ¿Son otakus?

Odio los autobuses.

Por un segundo olvido cualquier desagradable olor, apenas percibo la voz de Theo contándome alguna tontería, toda mi atención se enfoca en ella: Flora. Sube los escalones con gracia, luciendo femenina y cordial. Aunque su ropa no sea la más apta para una chica, con esa sudadera enorme que esconde aquellas delicadas curvas, todo la hace lucir elegante. La ilusión se rompe cuando Rain Leind aparece en mi campo de visión, abrazándola por los hombros.

No la toques, bastardo.

Aprieto los puños, furioso. Él tenía que aparecer, como cada jodida mañana, acompañando a mi chica. Ni siquiera se ve afectado por la carta, no voltea en mi dirección. Sigue sin reconocerme, ninguno de los dos parece notarme.

—¡Entonces me dijo que operarse las bolas no era de machos! —brama Theo, sorprendiéndome—. ¿Puedes creerlo?

—¿Por qué querrías operarte las bolas? —pregunto arrugando la nariz, notando cómo todos voltean a vernos.

Mierda, no quería que Flora me viera así.

Al menos Rain está ocupado mirando la pantalla de su celular mientras se apoya en ella, ambos sentados demasiado juntos, tanto que sus piernas se rozan.

—¿La vasectomía también te enfurece? —pregunta el rubio, dándome un codazo—. Son otras épocas, espero que no seas machista como mi papá.

¿De qué habla el tonto ahora?

—¿Por qué sería machista? —Arqueo las cejas.

—Luces furioso, lamento que te cause tanto rechazo que quiera operarme el pene —responde molesto.

Ah, es otra de sus charlas sobre educación sexual cuando es completa e inevitablemente virgen.

—Puedes castrarte si quieres, no es como si lo usaras en primer lugar —contesto.

—Papá cree que es poco masculino —suspira dramáticamente, apoyándose en mi hombro—. No quiero tener hijos, y además me gustaría cuidar a mi futura pareja. ¿Por qué ella es la que debe tomar anticonceptivos si yo puedo bloquear la salida de mis espermatozoides?

Suficiente.

—No la has puesto en tu vida, y a este paso dudo que lo hagas algún día —espeto irritado.

Mis ojos caen nuevamente en Flora, quien acaricia el cabello de Liend.

¿Por qué no puedo ser yo?

Quisiera ser él.

Cartas Irreverentes |BL| ©Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora