Extra

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Y es que al fin 

Si te casas con un loco

Vas a ver qué es la magia poco a poco

No podrás distinguir

Entre besos y palabras

Un te quiero no me alcanza

Dame todo, di que sí...

(Mi vida entera - Morat)

 

-  Nath nos va a matar – Susurro en voz baja mientras acaricio su nariz con la mía.

Nunca le he visto los ojos tan brillantes como hoy.

Sus manos en mi cintura ejercen una pizca de presión y me trae un poco más al borde del escritorio en el que estoy sentada.

Le rodeo la cintura con las piernas para retenerlo justo en esa posición.

- Nath está corriendo con unas flores por todas partes. Ni siquiera sabe dónde estamos

- En realidad, la última vez que la vi, estaba tratando de vestir a Malta – Corrijo. Él se encoge de hombros

- Malta me adora. Va a ganar tiempo para nosotros – Asegura – Ahora, déjame ver la famosa lencería nupcial

Me dice, mientras baja sus dedos al nudo de la bata de seda que tengo puesta.

- Uhm...sobre eso... – Empiezo a decirle

- ¿Qué? – Pregunta, mientras desata el nudo

La bata cae abierta.

Ya tengo puesta mi liga de encaje que me rodea el muslo, junto con unas bragas blanco perla a juego. Y nada más.

Veo con deleite como sus ojos se oscurecen con deseo.

- Olvida la boda. Hay que fugarnos – Sugiere. Le sonrío

- Técnicamente estamos prófugos en este momento, porque se supone que no podíamos vernos hasta la hora de la ceremonia

- Que tradición más estúpida – Se queja

- No pareces tan en contra de la tradición de la lencería nupcial – Observo, subiendo una ceja

Arrastra una caricia suave por mi muslo desnudo, hasta enganchar sus dedos en el elástico de mi liga.

- Uhmm, no. Esa sí la apruebo. Hay que ser tradicional en ciertas cosas – Señala pensativamente

Me río antes de acercar mi boca a la suya. Enrosco mis manos alrededor de su cuello mientras su pecho, cubierto por una camisa blanca se choca con mi pecho desnudo cuando nuestras bocas se encuentran. Su mano se desliza de mi muslo a la curva de mis caderas mientras sus labios se mueven sobre los míos con hambre.

No nos hemos visto en casi dos días, y aunque hemos estado separados más tiempo que eso en el pasado....a la mierda. Estoy a dos horas de ser su esposa, así que no voy a dejar que nadie me diga cuando lo puedo ver. Ni siquiera mi enfurecida y satánica wedding planner, Nathalia Campos.

Luego de que ella insistiera en las locaciones de boda más exóticas imaginadas por el hombre, finalmente los dos nos cerramos en banda y exigimos una boda sencilla e íntima, y no podíamos casarnos en otro sitio que no fuera La Morat.

Domingo » Juan Pablo Villamil (Morat)Where stories live. Discover now