Capítulo 27 ~ El tiempo pasa, pero las cosas no cambian.

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Sentí como mis piernas se debilitaban, trataba de acercarme a ella, pero su arma me seguía apuntando.

— Margaret... No era yo... tú misma lo dijiste cuando me ayudaste. – traté de hacerla entrar en razón. – si quieres matarme, hazlo...

— No pudiste cumplir tu misión... – gritó. – así que te lo haré fácil y la voy a cumplir por ti.

Luego de decir eso, llevó el arma a su cien y se disparó, muriendo en el acto.

— ¡¡MAGGIE!!

Vi caer su cuerpo, mientras el piso se llenaba de su sangre, corrí hacía ella y la atraje a mi cuerpo. La abracé con fuerza, rogando de que esto no fuese real.

Porque me había dado cuenta de que la mayor venganza que podían darme, era perderla. Ya que mi vida no tenía sentido si ella ya no estaba.

Sentí como unos brazos me zamarreaban, despertando por los gritos de Margaret, me levanté tan rápido que casi choco con ella.

Todo había sido una pesadilla. La peor pesadilla que había tenido en mi vida.

— James... ¿Estás bien?, parece que estabas teniendo una pesadilla. – susurró, con esa voz que tanto me encantaba.

— Todo está bien. – respondí, mientras tocaba su rostro con mis manos y dejaba un beso en su frente. – volvamos a dormir.

Me dio una sonrisa sincera y volvió a acostarse en mi pecho, acto que hizo que el alma me volviera al cuerpo. Tomé de su cara para que me mirara.

— ¿Qué te pasa James? – dijo, mientras soltaba pequeñas risitas.

— Somos tu y yo... ¿entiendes? – le susurré. – y yo no puedo vivir sin ti.

Vi como sus mejillas se ponían rosadas por la vergüenza, mientras se levantaba para que quedáramos frente a frente.

— Pero claro que no puedes vivir sin mí. Si le pedí a Shuri que te implantara una foto de mi cara en tu cabeza, para que nunca me olvides. – bromeó.

La tomé por los hombros y la devolví a la cama, quedando encima de ella.

— Lo digo en serio, mi pequeña bromista.

— Yo también, mi gran anciano. – dijo, entre carcajadas.

Me acosté a su lado y la volví a atraer a mi cuerpo, ahuecándola en mi brazo, mientras sentía como dejaba pequeñas caricias en mi pecho.

— James... – sentí como rompía el hielo. – no me iré a ningún lado... Estamos en esto juntos y saldremos de aquí juntos.

Solo asentí y cerré mis ojos, buscando la paz que solo podía sentir, si la tenía a mi lado. 

6 meses después

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6 meses después.

La vida de James y Maggie ya estaba lo suficientemente compenetrada para admitir que sentían mucho más que solo costumbre por este tiempo en compañía. Se necesitaban y lo hacían ver cada vez que se encontraban en medio de cualquier pasillo o habitación de Wakanda, donde los besos y las caricias no se restringían.

Heridas de guerra | Bucky Barnes Where stories live. Discover now