Capítulo 25: Un dilema inesperado

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—Debemos irnos, mamá. —interrumpió su hijo—. Me toca trabajar en la compañía Maddison y no quiero llegar tarde en mi primer día.

Ella bajó los hombros decepcionada.

—Entendido. —susurró con resignación.

Ambas mujeres se miraron y formaron una fina línea con los labios.

—Hijos... así son. —afirmó Gretta.

Y ambos salieron, dejando a la madre de Alissa Maddison con una callada Melissa Puente.

Cuando Albert y su madre llegaron a la entrada principal, uno de los choferes de la Mansión les comentó que los llevaría a su casa. Aunque las pertenencias de Albert y de ella estaban aún en el hotel no se discutió que debían acudir a la vivienda de él, ubicada en el suroeste de la ciudad. Era un hogar pequeño y acogedor. Un sitio especialmente para alguien que vivía a solas pero Norma que era una mujer con muy poca vergüenza decidió acompañar a su hijo hasta que éste no tuviera más remedio que mandarla a su casa en Oklahoma. Cosa que pasaba muy a menudo, al cabo de una semana de estadía.

El auto se enfiló por la entrada y la Mansión Maddison quedó atrás como un recuerdo vívido en la mente de Albert cuyos pensamientos se aglomeraban y no dejaban de perforar su cabeza. Antes de que el auto cruzara, lanzó una mirada furtiva a la ventana en busca de Alissa pero era obvio que no la iba a ver. Sintió su piel sobre él y su olor especial en lo más recóndito de su cuerpo.

Recordó su textura...

Su aroma...

Sus caricias...

Sus labios...

Su humedad...

El vehículo surcó las calles con rapidez y tras cruzar varias autopistas y callejuelas inundadas por la lluvia llegaron a la vivienda de Albert Colt. Era una casa pintada de azul con una fachada enrejada y en dónde dos pequeños y redondeados arbustos se colocaban a ambos lados de la misma como pequeños centinelas. Había un cubo de basura con la tapa sellada y el correo estaba lleno y rebosante. A un lado y aparcado delante del garaje blanco que permanecía cerrado, estaba el auto de Albert que habían traído poco después del accidente.

—Te lo pasas poco aquí, ¿no? —acotó Norma con sarcasmo.

Albert la ignoró. Amaba a su madre y era su única familia pero a veces podía ser tan insoportable que debía ser un poco duro con ella. Con todo y eso, Norma nunca cambiaba su actitud, por el contrario, empeoraba con la edad.

Sacó la llave de su pantalón y abrió la cerradura principal.
Entraron a su casa y la pequeña sala los acogió con el silencio propio de los sitios solitarios. Habían varios muebles colocados alrededor de una pequeña mesa en dónde reposaba un florero con margaritas ya casi marchitas. Las ventanas estaban cerradas y al otro lado de la sala estaba la cocina con una pared cuyo espacio había sido recortado para colocar copas y botellas de licor.

Norma caminó y deslizó un dedo por los muebles y constató el polvo adherido en ellos.

—Me pondré a limpiar esto. —informó.

Albert extrajo un manojo de billetes y se los dio. Era una buena forma de mantenerla callada y tranquila.

—Hay que hacer mercado. No sé a qué hora regrese así que no me esperes para comer.

Norma ya estaba en la cocina abriendo de par en par la nevera. Albert negó con la cabeza, ensanchó la sonrisa, y se despidió de su madre.

Cuando ya estaba listo, se aproximó a la mesa y dejó las llaves con un sonido tenue y salió caminando hasta el auto. El complejo Maddison quedaba a unos diez minutos de allí. Aún tenía tiempo así que se tomó las cosas con calma. Cómo buen abogado debía ejercer las intrínsecas labores para manejar los asuntos legales de la compañía y el complemento jurídico de los trabajadores para que las cosas estuviesen bien. No era una tarea difícil y el pago (que no sabía la cantidad) sería realmente bueno. Además, estaría cerca de Alissa y eso sí que era mejor que cualquier pago monetario.

Cogió el teléfono y decidió llamar a su fiel amigo Lukas Trent, el cual tenía días que no sabía de él. También sería quién le ayudaría con el trabajo en la compañía así que decidió contactarlo para ponerse de acuerdo. Abrió el buzón de mensajes y se encontró con varios escritos remitidos por éste último. Unos tenían varios días pero otros eran muy recientes:

<<Amigo, ¿cómo sigues?>>.

<<¿Dónde estás?>>.

<<Llámame>>.

El último era el más reciente. Marcó el número y llamó. A los pocos segundos Lukas contestó.

—Joder, señorito. ¿Cómo estás? —dijo con jocosidad.

Albert sonrió mientras encendía el vehículo.

—Amigo mío, ya me encuentro bien. Pasaron tantas cosas que apenas estoy leyendo todo. Fue un completo desastre estos días.

—Entiendo, amigo. Pero estás bien y eso es lo importante. ¿Y como sigues? —interrogó Lukas.

—Bien. La bala sólo rozó y no hubo mucho daño.

—Me alegro. Entonces, podemos decir, ¿qué ya estás listo para que comencemos a trabajar? —aventuró Lukas Trent.

—Así es. De hecho, voy saliendo. ¿Nos vemos allá?

—Claro, claro. Allá nos encontramos.

—Perfecto amigo mío. Hasta luego. —dijo Albert. Y colgó.

Una vez que Albert se puso el cinturón de seguridad y colocó el teléfono a un lado, un sonido le hizo mirarlo nuevamente.

Había llegado un mensaje. En la pantalla estaba un nombre registrado. Por supuesto, no era Alissa Maddison, pero tuvo la esperanza de que así fuera. Leyó el siguiente mensaje:


Cassandra
<<Hola Albert. ¿Cómo estás? Quiero verte hoy. Estoy deseosa de ti. Me haces mucha falta>>.


Pisó el acelerador y salió. Las mujeres lo iban a volver loco. Cassandra era su peor tormento. Un tormento del cual no podía zafarse porque siempre volvía a caer. Un tormento del que días antes podría caer fácilmente en su red. Pero ahora, con los acontecimientos recientes, Albert Colt tenía sus propias prioridades.

Su propio dilema.

¿Estaría Alissa dentro de esas prioridades?

¿Valdría la pena arriesgarse a tener algo nuevo cuando ya tenía tanto erigido?

¿Y si las cosas salían mal?

¿Si Alissa no quería nada con él?

Las respuestas pronto llegarían y harían temblar todo a su alrededor.

Secretos de una ninfómana 🔞 (Completo)✅ (En físico) 😍Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt