- Eso es magnífico, debo ir.

- Te estaremos esperando -la familia le sonrió al chico.

- La cena está lista, por favor, pasen a la mesa -la mamá anunció.

Cenaron alrededor de un ambiente amigable y lleno de risas. Resulta que la familia de Mia era muy linda y especial, tenían mucha humildad y eso le agradó por completo al chico.

- Bueno, es hora de irnos -explicó Mia mientras abrazaba a su madre.

- ¿Tan pronto? ¿Acaso la cena no estaba rica?

- Al contrario, estaba estupenda, en verdad tiene una gran sazón -elogió el chico.

- Tenemos un compromiso, es eso.

- Bien, pues eres muy bienvenido a esta casa, ven cuando quieras.

- Muchas gracias a ustedes, en verdad. Son una familia muy hermosa.

- Adiós, papás, los llamaré mañana.

- Adiós, cariño.

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- Barry, ven, baila conmigo.

- No creo que sea lo mejor...

- ¿Por qué?

- Me da vueltas la cabeza.

- Estamos muy ebrios- se burló.

- Por eso, no iré.

- Solo ven, sí te caes, yo te ayudaré.

- De acuerdo.

Era medianoche y ellos se encontraban en una gran discoteca, bailando y bebiendo. La chica lo tomó de las manos y lo llevó al compás de la música, estaban realmente felices de compartir esos ratos tan agradables.

- Mia, será mejor que nos vayamos, estoy exhausto.

- Bien ¿A dónde iremos?

- Te parece mi apartamento.

- Claro.

Entraron apresurados a la habitación del chico y se lanzaron a la cama, despojándose de sus ropas y tirándolas sin siquiera despegar sus ojos del otro. Los labios se debatían en una danza rítmica y agitada, sin despegarse en ningún momento y pidiendo ser poseídos cada vez más. Una vez, sin ropa, Barry se dispuso a contemplar el cuerpo armonioso de la chica, sin duda alguna era hermosísima. Se posicionó encima de ella, le dio una mirada y ella le suplicó que iniciará de una vez por todas, él sin pensarlo dos veces se adentró en ella y juntos lanzaron un pequeño gemido.

- Mia, mi hermosa Mia.

- ¡Oh!

El chico cada vez aceleraba más sus embestidas, provocándole grandes corrientes eléctricas a su chica. Ella se separó de él para situarse en su regazo y tomar el control, subiendo y bajando con precisión y con movimientos candentes.

- Mia, por Dios...

La chica acariciaba sus senos, dando pequeños círculos y esto solo estímulo más al ojiazul. Barry necesitaba tenerla y quería que ella disfrutará al igual que él.

- Carajo...

- Vamos Mia, rápido.

- Oh, Dios.

Los chicos apresuraron al tiempo sus movimientos, creando una fricción perfecta y placentera, hasta que finalmente terminaron. Se separaron y se abrazaron, cubriéndose con sus cuerpos. Barry se acercó a ella y le dio un cálido beso.

- Eso ha estado, simplemente, magnífico -confesó la castaña.

- Oh, ya lo creo. ¿Crees que se podría repetir? -chistó.

- ¡Barry, qué te pasa! -ambos soltaron una gran carcajada.

- Estás totalmente sonrojada.

- Efectos del sexo.

- Eres hermosa.

- Oye, no, no hagas eso.

- ¿Alagarte? Sabes que nunca me cansaré de hacerlo.

- Eso espero.

- ¿Ahora qué haremos?

- No lo sé, supongo que iniciar una relación...

- ¿Estás preparada para ello?

- Sí ¿Tú?

- También.

- De acuerdo, creo que debemos continuar y esperar que nos depara el camino.

- Eso suena bien.

Mistakes- Barry KeoghanWhere stories live. Discover now